Las plegarias de los aficionados a las cervezas Trapenses para que en un algún momento Achel recuperase la actividad pueden haber sido oídas, al anunciarse hace unos días la venta no solo de la marca y el equipo de producción, sino del propio monasterio belga.
A principios de 2021, la Asociación Internacional Trapense, la organización que agrupa diecinueve abadías trapenses de todo el mundo que elaboran y comercializan productos, informaba que la edad y la falta de un relevo generacional en la Abadía de Sint-Benedictus de Hamont-Achel hacían imposible la continuidad del proyecto cervecero en el lugar.
A mediados de la década de 1990, buscando una fuente de recursos para la comunidad, los monjes de Achel solicitaron el asesoramiento de sus hermanos de Westmalle, Westvleteren y Rochefort. Querían retomar la elaboración de cerveza, actividad que habían abandonado en la Primera Guerra Mundial a causa de la sustracción de su equipo por parte de las tropas alemanas.
La recepción de los primeros productos de Achelse Kluis, en 1998, fue extraordinariamente cálida y en pocos años Achel se ganó por méritos propios la pertenencia al selecto grupo formado por Chimay, Orval y las mencionadas Westvleteren, Rochefort y Westmalle, siendo esta última su gran valedora.
Precisamente en una posible intervención de Westmalle estaban puestas las últimas esperanzas de los aficionados, ya que en los dos años previos al anuncio del cese de producción —cuando solo quedaban dos monjes en Achel— éstos habían supervisado la fabricación, e incluso cuando el monasterio quedó vacío, la marca continuó en el mercado aunque sus etiquetas tuviesen que prescindir del logotipo granate de “Auténtico Producto Trapense”, sello otorgado por la orden a aquellos productos que cumplen unas normas muy exigentes.
Ahora, según recogen los diarios belgas De Standaard y Het Nieuwsblad, el nuevo propietario de Achelse Kluis será el empresario Jan Tormans, responsable de la empresa de ingeniería que lleva su apellido. Tormans habría llegado a un acuerdo con Westmalle para hacerse cargo del monasterio y retomar la producción de cerveza, marca que a todas luces pasará a engrosar el grupo de las llamadas Cervezas de Abadía.
Tal como comentó el alcalde de Hamont-Achel, Theo Schuurmans, en la emisora flamenca Radio 1, el nuevo propietario respetará, con casi total seguridad, los procesos de los monjes, usará los mismos ingredientes y mantendrá el nombre Achel, pero no podrá usar en ningún momento el término Trapense con fines comerciales. Este último aspecto, a tenor del lugar en el que se elaborará la cerveza, quizás genere algún tira y afloja con una orden conocedora del valor de tal denominación.