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Milwaukee y el Gran Incendio de Chicago: el nacimiento de los barones cerveceros

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El especialista en la cultura egipcia Joshua J. Mark siempre ha tratado de luchar contra la idea establecida de que los antiguos egipcios estaban obsesionados con la muerte y su vida era un calvario en el que los faraones obligaban al pueblo a trabajar hasta la extenuación en canteras o en la construcción de pirámides y templos. «En realidad, los antiguos egipcios amaban la vida, sin importar su clase social. Es cierto que los gobernantes de Egipto utilizaban mano de obra esclava, pero lo hacían como cualquier otra cultura antigua, sin importar ninguna etnia en particular. Además, sentían un conocido desprecio por los no egipcios, pero esto se debía simplemente a que creían vivir la mejor vida posible en el mejor de los mundos posibles», sostiene Mark.

 

Detrás de la construcción de monumentos tan colosales como las pirámides, las enigmáticas estatuas o los majestuosos templos no se encontraban únicamente esclavos, sino que había miles de canteros, artesanos y escribas que recibían un salario por su trabajo. Eran profesionales que se revolverían en sus sarcófagos (historiadores, permítannos esta licencia literaria) si supiesen que en la actualidad muchos siguen pensando que los responsables de maravillas que han llegado a nuestros días fueron hebreos esclavizados para este propósito. Sin duda, el cine ha contribuido a perpetuar ideas contra las que historiadores y arqueólogos llevan luchando décadas infructuosamente.

Con total seguridad, los egipcios del siglo XIII antes de Cristo eran personas con vidas cotidianas y preocupaciones mucho más cercanas a las actuales de lo que cabría pensar. Lo corroboran numerosos vestigios, pero pocos son tan esclarecedores como un ostracón que se conserva en ese escaparate de la historia y el expolio que es el Museo Británico.

Los investigadores de tan venerable institución londinense creen que esta tablilla de piedra caliza fue utilizada como un pionero "registro de asistencia de personal". El documento —toda una muestra de la burocracia— apunta a unas importantes obras emprendidas durante el reinado de Ramsés II (1303– 1213 a. C.), un faraón que creía que diplomacia y una hábil estrategia de relaciones públicas podían compensar cualquier debilidad política y militar. Sobresaliendo entre todas sus campañas de auto-promoción —reflejo tanto de su visión de un imperio grandioso como de la que tenía de sí mismo como "rey de reyes"— estuvieron proyectos arquitectónicos tan megalómanos como los templos de Abu Simbel o la edificación de una nueva capital en el norte, que recibió el nombre de Pi-Ramsés Aa-najtu (‘La ciudad de Ramsés’).

 

¿Por qué faltaban al trabajo los obreros del Antiguo Egipto? El caso de Deir el-Medina

 

Para muchos historiadores, el reinado de 66 años de Ramsés II fue la época de mayor esplendor y poder de Egipto. Ningún otro faraón construyó más monumentos y erigió más estatuas que él (también fue el que tuvo más hijos, pero esa es otra historia). Con una actividad constructora que pondría los dientes largos a cualquier político ávido de mordidas, la necesidad de mano de obra debió ser tan acuciante que los capataces seguramente se vieron obligados a lidiar con trabajadores menos diligentes de lo que estaban acostumbrados. 

Por lo menos eso es lo que debió suceder con los asalariados de Deir el-Medina, una aldea situada cerca del Valle de los Reyes que estaba habitada por los artesanos responsables de la cantería y la decoración de las tumbas reales. Se trataba de un asentamiento único, donde convivían familias enteras dedicadas a la construcción y embellecimiento de las moradas eternas de los faraones. Allí, los escribas se encargaban de registrar minuciosamente no solo los progresos de las obras, sino también la presencia y ausencia de cada trabajador. Y estas, por lo que puede leerse en el ostracón del British Museum, eran sorprendentemente frecuentes.

En el registro, aparecen unos cuarenta nombres distribuidos en columnas, acompañados por fechas y anotaciones en rojo (sí, en rojo) que explican los motivos del absentismo de los miembros de la cuadrilla durante un período de 280 días. Entre las excusas encontramos razones tan mundanas y humanas como "estar enfermo", "cuidando a su madre","con su jefe", "haciendo una ofrenda al dios", "llevando piedra para el escriba", "embalsamando a su madre", "envolviendo el cadáver de su madre", "libando a su padre", o incluso "haciendo remedios para la esposa del escriba". Esta última se presta a interpretaciones, pero es mucho más sorprendente y curiosa la anotación de un trabajador que se ausenta por estar "elaborando cerveza".

Hay también referencias que hoy nos resultan intrigantes, como "su hija estaba sangrando", que claramente se refiere a la menstruación. Si fuese verídica, estaríamos ante una evidencia de que los hombres se quedaban en casa para asistir a las mujeres de su familia durante esos días, reflejando un sentido de responsabilidad que no solemos asociar al mundo antiguo. Incluso se mencionan ausencias por haber sido picado por un escorpión, enfermedades oculares y dolores diversos. 

La enfermedad era, de hecho, la causa más frecuente de ausencia, superando el centenar de menciones en sus veinticuatro líneas en el anverso y veintiuna en el reverso. Si hubiesen existido mutuas sanitarias privadas habrían estado muy ocupadas.

 

Hoy no trabajo, estoy haciendo cerveza: excusas laborales de hace 3.200 años

 

El ostracón del Museo Británico está fechado en el año 40 de la época de Ramsés II, pero se cree que la información se refiere al año anterior. Probablemente no fue el documento usado a pie de obra, sino que se trata de una recopilación basada en notas diarias tomadas en tablillas más pequeñas y posteriormente transcritas a esta pieza mayor, la cual funcionaba como archivo oficial.

Aunque la mayoría de los protagonistas son trabajadores anónimos, también aparecen personajes conocidos como Qenherkhepshef, un escriba del que se conservan otros documentos y cuya caligrafía —descrita por los arqueólogos como «audaz y muy cursiva»— es reconocible al instante. Para el escándalo de un jefe de personal actual, los registros muestran que solo unos 70 de los 280 días fueron jornadas laborales completas; el resto está plagado de las mencionadas anotaciones de ausencias, lo que ilustra las realidades de un sistema laboral flexible y, en muchos sentidos, comprensivo con las necesidades personales. Entre esas necesidades, estaba disfrutar con la cerveza.

En el Antiguo Egipto, la cerveza no era simplemente una bebida recreativa; tenía la consideración de alimento básico en la dieta diaria. Al igual que la de sus vecinos sumerios, la egipcia estaba elaborada principalmente a partir de cebada, Triticum dicoccum —un antepasado del trigo– y pan parcialmente horneado, era densa, nutritiva y reconstituyente. Además, tenía un vínculo muy estrecho con la religión: diosas como Hathor, símbolo de la fertilidad y el placer, estaban asociadas con la cerveza y las festividades en las que se consumía. 

Los obreros recibían generosas raciones diarias de cerveza como parte del salario que se les pagaba por su labor en las grandes obras. Según explica el Museo Británico, los constructores de las pirámides, por ejemplo, percibían más de cinco litros por jornada, lo que subraya su importancia como sustento diario. No es de extrañar, entonces, que "elaborar cerveza" fuese una excusa válida y recurrente para ausentarse.

Al contemplar estas tablillas, resulta imposible no sonreír al reconocer la universalidad de la condición humana. A pesar de los 3200 años que nos separan, las excusas resultan sorprendentemente familiares. Hoy seguimos justificándonos con enfermedades, problemas domésticos o compromisos personales esos días que preferimos quedarnos en casa. Claro que, difícilmente alguien en la actualidad podría llamar a su superior y decirle: «Hoy no voy, que tengo que embalsamar a mi madre», o «estoy elaborando cerveza». 

Bueno, seguro que algún homebrewer que conocemos ha estado a punto de hacerlo en más de una ocasión.

 

Si te ha sorprendido saber que la cerveza era motivo suficiente para faltar al trabajo en el Antiguo Egipto, espera a descubrir cómo ha acompañado a la humanidad a lo largo de la historia. En nuestro blog sobre cerveza seguimos explorando curiosidades, tradiciones y secretos del mundo cervecero que (casi) nadie te cuenta. ¿Te animas a seguir el viaje?