Hace unos meses, cuando se vieron las primeras imágenes de una cerveza de Chimay en lata, no fueron pocos los comentarios críticos hacia la marca. Muchos consideraban que este formato no era el adecuado para una trapense. Este segmento del mundo de la cerveza —que no estilo— siempre había hecho gala de un respeto escrupuloso por la tradición y hasta no hace demasiado sus portafolios se limitaban, como mucho, a tres cervezas.
Son precisamente tres las variedades que acaban de lanzarse en lata coincidiendo con el 175º aniversario de Notre-Dame de Scourmont, abadía de la provincia belga de Hainaut donde Chimay produce sus cervezas desde 1862.
Con un contenido en alcohol que va del 4,8% al 8%, las tres cervezas que llegarán en latas de 33 centilitros son Chimay Dorée, Rouge y Triple. Por el momento, las versiones Bleue y Verte, de mayor graduación, seguirán vendiéndose únicamente en botella.
¿Por qué Chimay apuesta ahora por la cerveza en lata?
Por las imágenes publicadas en redes se sabía que el proyecto de la lata llevaba gestándose desde hacía algún tiempo. Ahora tenemos constancia de que se comenzó con él hace más de tres años, durante los cuales se hicieron pruebas en mercados como el estadounidense y el japonés, donde Chimay siempre ha tenido una gran presencia y la lata está más consolidada.
Aunque hasta ahora ninguna cerveza Ttapense belga se había vendido en este formato, según cifras de los cerveceros belgas, el consumo de cerveza en lata ha aumentado hasta representar cerca de un tercio del total. Pierre-Louis Dhaeyer, director general de Chimay, descartó que la iniciativa persiguiese únicamente un objetivo comercial: «La lata protege mejor de la luz y ayuda a conservar la calidad de la cerveza», declaró a la prensa belga.
Complementando la noticia, los medios también se hicieron eco del descenso de la producción en Chimay, que había pasado de 190.000 hectolitros antes del COVID-19 a 167.000 en 2023. Aunque su posición estuvo muy de lejos de la situación crítica a la que se enfrentan muchas fábricas, 2024 tampoco fue particularmente brillante para Chimay, experimentando una leve caída en la facturación. Afortunadamente, esto no implicó tener que abordar despidos y la empresa pudo mantener los 120 trabajadores de la cervecería y la treintena de la quesería.
Buscando un público más joven para las trapenses
Pierre-Louis Dhaeyer se hizo cargo de la dirección de Chimay este enero. Un momento que dista bastante de la apacibilidad de antaño. Sustituía a Xavier Pirlot, que dirigió la cervecería del monasterio y la quesería durante seis años. Tras más de dos décadas trabajando en cervecerías belgas, africanas y en el proveedor de equipamiento cervecero Krones, Pirlot se incorporó a Chimay en 2009. Lo hizo como director de Producción y asumió el cargo de director general en 2018. El lanzamiento en lata en el mercado estadounidense fue el último proyecto de Pirlot; seguramente buscaba que las cervezas de Chimay siguiesen estando presentes en las opciones de los consumidores.
Si bien Chimay sigue capeando bastante bien con la situación que vive el mercado, el aumento de los precios de la energía y las materias primas que golpea a todo el sector también ha afectado a las Trapenses. No obstante, el mayor hándicap reside en el cambio en los hábitos de consumo: las cervezas sin alcohol ganan popularidad gracias a una oferta cada vez más variada y atractiva, así como por una mayor concienciación sobre el consumo responsable.
Al respecto, los trapenses descartan lanzar una cerveza de este segmento ya que admiten no tener suficiente experiencia y el proyecto requeriría una inversión considerable. Sin embargo, aunque dejan abierta la puerta al futuro, prefieren pensar que esta tendencia podría llevar a un consumo más selectivo y de mayor calidad que los beneficiará. Es lo que Pirlot —positivamente— denominaba «beber menos, pero mejor».
Localmente, otro reto muy importante al que se enfrenta el recién llegado es la caída del consumo y la saturación del mercado belga. La existencia de alrededor de 430 cervecerías incrementa la competencia en un contexto ya complicado a nivel económico. Contra eso, piensan que la lata podría poner su granito de arena.
En Bélgica, cerca del 50% de la cerveza se consume en botella, el 21% en barril y poco menos de un tercio es en lata. «El desafío era mantener la reputación de la marca. Buscamos no perder a nuestros clientes actuales y, al mismo tiempo, atraer a quienes probarán Chimay en lata por primera vez. Queríamos ofrecer nuevas experiencias de consumo y la comodidad de un formato manejable», explica Dhaeyer. Lo dice siendo muy consciente de que el consumidor medio de Chimay tiene 45 años o más.
Otra preocupación importante es el retroceso de las exportaciones. La creciente preferencia por consumir productos locales ha afectado a las ventas internacionales de Chimay, especialmente en mercados clave como Estados Unidos, Francia e Italia que representaban cerca del 25% de sus ingresos. China, por su parte, atraviesa una crisis inmobiliaria que está limitando la demanda de productos premium, entre ellos las cervezas especiales belgas.
¿Qué cervezas Chimay se venderán en lata y por qué?
Solo tres de las cinco cervezas del portafolio básico de Chimay se venderán en lata: la Dorée (4,8% ABV), la Rouge (7% ABV) y la Triple (8% ABV). «La Bleue y (9% ABV) y la Verte (10% ABV) no están pensadas para beberse de un trago», apunta Dhaeyer estableciendo una curiosa diferenciación que muchos conocedores de la marca no comprenden. A estos les ha sorprendido que una de las opciones para el enlatado fuese la Triple, una cerveza que también se comercializa en barril desde hacía dos décadas.
Muy delicada, de tono dorado, ligeramente turbia, con aromas frutales y florales aportados por el lúpulo, sensorialmente recuerda al moscatel y al pan recién horneado, notas que se equilibran con el amargor característico del lúpulo, la Triple también es conocida como «la Blanca» o «Cinq Cents». Este último nombre hace referencia a su creación. La receta fue diseñada por el padre Théodore en 1966 con motivo del quinto centenario del Principado de Chimay, el promotor de la abadía.
Fue en 1844, cuando Jean-Baptiste Jourdain, párroco del pequeño pueblo de Virelles, convenció a Joseph de Riquet de Caraman, príncipe de Chimay para que apoyase la creación de una abadía cisterciense en un claro del bosque de Scourmont. El príncipe vio con ello la oportunidad de dar uso a los Rièzes, los terrenos desbrozados utilizados como pastos en una región muy pobre donde los habitantes habían dejado de cultivar. Tras las negociaciones, 17 monjes de la abadía de San Sixto de Westvleteren llegaron a Chimay en 1850. «Los trapenses se dedicaron plenamente a la vida monástica bajo su lema Ora et labora: alabar a Dios y al mismo tiempo trabajar para ganarse la vida y ayudar a la comunidad que les rodeaba», comentan en Chimay.
En 1862, los monjes fabricaron su primera cerveza, pero no fue hasta casi un siglo después cuando se logró una receta de considerable estabilidad gracias al trabajo del padre Théodore. En 1948, el monje cervecero, en colaboración con el legendario científico Jan De Clerck de la facultad de cervecería de la Universidad de Lovaina, aisló una cepa de levadura que funcionaba excepcionalmente bien a temperaturas inusualmente altas.
En buena parte, este microorganismo ha sido el responsable del carácter que ha hecho famosas a las cervezas de Chimay. Apasionado de la investigación y los avances, quizá al padre Théodore no le molestaría ver sus creaciones en lata.
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