El Mundial de Fútbol de 2022 no ha estado exento de polémica desde que se anunció la concesión de su organización a Qatar. Inicialmente, clubs y jugadores implicados criticaron una decisión que conllevaría hacer un parón en invierno en las diferentes competiciones nacionales, pero los fondos aportados por la monarquía absoluta del Golfo Pérsico a las arcas del negocio del fútbol parecen haber limado la mayoría de las asperezas.
En las semanas previas la preocupación se trasladó a los aficionados a la cerveza, que como en cada edición de la Copa del Mundo veían repetirse las situaciones que amenazaban con escasez de la bebida, algo especialmente dramático para algunas aficiones.
Una vez que se solventaron los posibles problemas que causarían las huelgas de algunas empresas encargadas del suministro de cerveza en el Reino Unido, la incertidumbre se trasladó a Qatar. Pese a ser un país en el que la venta de alcohol está muy restringida —legalmente solo se permite a los residentes extranjeros que con permisos pueden comprarlo en determinados puntos– y su consumo en público se prohíbe, las autoridades anunciaron que harían excepciones con los 1,2 millones de visitantes internacionales durante el mes que dura la Copa del Mundo.
Semanas antes del inicio de la competición, la FIFA había confirmado que Qatar permitiría a los aficionados con entrada comprar cerveza tres horas antes del inicio de los partidos y una hora después de que suene el silbato. Además, la organización también garantizó que habría cerveza en la ‘Fan Zone’ oficial desde las 18:30 hasta pasada la medianoche, eso sí, las hinchadas tendrían que rascarse el bolsillo ya que una pinta tendría un precio entre 12 y 16 euros.
La situación cambió radicalmente el pasado viernes 18, cuando a apenas 48 horas del inicio de la Copa del Mundo, la FIFA se veía obligada a anunciar que no se vendería alcohol en los ocho estadios que albergarán los 64 partidos del torneo.
“Tras varias reuniones con las autoridades del país anfitrión y la FIFA, se tomó la decisión de concentrar la venta de bebidas con alcohol en el FIFA Fan Festival y lugares con licencia, eliminando los puntos de venta de cerveza del perímetro de los estadios de la Copa del Mundo”, rezaba el comunicado de la FIFA. Sin duda fue todo un jarro de agua fría para el patrocinador cervecero del evento deportivo, que desembolsa 75 millones de dólares cada cuatro años.
«Intentamos hasta el final ver si era posible volver al acuerdo original, pero si este es el mayor problema que vamos a tener lo firmo ahora mismo», declaró el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quien durante una rueda de prensa achacó la decisión a las aglomeraciones en Doha y garantizó que los fans sobrevivirían a un Mundial sin alcohol. Otras fuentes creen que el gobierno de Qatar optó por romper el acuerdo para aplacar a sus súbditos más conservadores, molestos por algunos excesos occidentales.
Todavía queda por aclarar qué sucederá con los encuentros que se celebren durante las oraciones del viernes, al estar obligadas a cerrar la mayoría de las tiendas y restaurantes del país.
Siempre activa cuando se trata de polémicas, la escocesa BrewDog acaba de lanzar una campaña en la que busca concienciar sobre la falta de libertades en Qatar, las condiciones de los trabajadores que construyeron los estadios y las acusaciones de sobornos para la concesión del Mundial. En los carteles de la acción, junto al texto ‘Primero Rusia, después Qatar. No podemos esperar a Corea del Norte’ o ‘La hermosa vergüenza’, aparece el logo de la compañía con el eslogan ‘Orgulloso anti-patrocinador del Mundial de Qatar’.
«Nos encanta el fútbol, pero lo que no nos gusta nada es la corrupción y el abuso. Así que únete a nosotros. Brindemos por los jugadores. Por los aficionados. Por la libertad de expresión», declaró James Watt, CEO de BrewDog, que también confirmó que los beneficios obtenidos con la venta de su Lost Lager en el Reino Unido durante el torneo entre el 20 de noviembre y el 18 de diciembre se donarán a organizaciones benéficas involucradas en la lucha contra los abusos a los derechos humanos en Qatar.