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“Flandes es, ante todo, un país de cerveceros que adoran su oficio. Si a mí no me hubiera gustado trabajar aquí, no hubiera elaborado buenas cervezas”. Así comenzaba una pieza de la serie de documentales From Flanders with Food que en 2017 produjo la oficina de turismo flamenca.

 

La mujer que defendía que esta región de Bélgica es el hogar de cervezas excepcionales gracias a la pasión y el saber hacer de los cerveceros era Rosa Merckx, que por aquel entonces tenía ya 93 años. Rosa fue la primera cervecera belga.

 

La carrera de Rosa en el mundo de la cerveza comenzó en 1946. La Segunda Guerra Mundial acababa de finalizar y Bélgica abordaba su reconstrucción. Paul Van Gheluwe, director y propietario de Liefmans, necesitaba una secretaria que, además de diligente, fuese políglota. Los idiomas eran necesarios para llegar a nuevos mercados y Rosa hablaba tres lenguas.

 

Van Gheluwe pronto descubrió que su nueva secretaria tenía una gran perspicacia para los negocios y un paladar muy cualificado para anticiparse a las tendencias. En las primeras catas de las cervezas de la fábrica tuvo claro que con un perfil tan ácido y áspero las posibilidades de llegar a un público lo suficientemente grande para sostener el negocio eran muy limitadas. Consiguió que Van Gheluwe y el equipo de producción trabajasen ese aspecto y lograsen productos más equilibrados, algo más suaves y sobre todo mucho más estables, pero sin perder un ápice de su carácter y con un escrupuloso respeto por la tradición.

 

En esa época, Merckx también dejó su impronta en la imagen de la compañía. Defendió que Goudenband (Anillo de Oro)—una de las cervezas más importantes de la fábrica y el ejemplo clásico de Flanders Red-Brown— era un nombre mucho mejor que Ijzerenband (“anillo de hierro”, en referencia a los aros metálicos que sujetan las duelas de los toneles). Fue un acierto tanto en lo comercial como en lo financiero ya que Liefmans se hubiese enfrentado a un litigio legal.

 

Van Gheluwe tenía absoluta confianza en la mujer que había comenzado como su secretaria y ahora participaba en casi todas las decisiones de empresa, por eso fue completamente lógico que la familia, tras su inesperado fallecimiento, en 1972, le ofreciese la dirección de la cervecería.

 

No resulta difícil imaginarse las situaciones que debió vivir Rosa. Si la industria cervecera todavía es un negocio con un marcado perfil masculino, hace 50 años seguramente se enfrentó al escepticismo y la condescendencia de algunos de sus colegas. En alguna entrevista, la propia Merckx comentó que, en la posguerra belga, el rol de la mujer era, como mínimo, muy tradicional. Y más, en una localidad pequeña de Flandes Oriental como Oudernaarde, donde lo más habitual era que las chicas se quedasen en casa hasta que se casaban.

 

Ella era diferente. Había sido voluntaria de la Cruz Roja durante la guerra, jugaba al baloncesto, estudiaba ballet y teatro, y fue la primera mujer en su zona en conducir un automóvil. «A mis novios solo les interesaba demasiado porque querían casarse, pero yo no tenía tantas ganas», comentó en otra entrevista.

 

Como muchas otras fábricas, Liefmans fue víctima de la convulsa historia del sector. No permaneció al margen de fusiones, absorciones y compras por parte de empresarios que no llevaban a cabo sus compromisos. Fue en esas situaciones tan difíciles en las que se demostró la valía de Merckx, quien, hasta su retirada, a principios de la década de 1990, compatibilizó la dirección con la supervisión de la producción.

 

En 2008, Rosa recibió con los brazos abiertos la compra de la quebrada Liefmans por Duvel. Una de las primeras decisiones que tomó la empresa de la familia Moortgat fue recuperar la figura de Rosa Merckx. El primer homenaje llegó en forma gráfica: la imagen de la cervecera aparece en su línea de cervezas más exclusivas, las craft blenders. Algo a lo que Rosa correspondió participando en actos de promoción pese a su avanzada edad.

 

Seguramente, en Liefmans tendrían preparado un importante homenaje el próximo 15 de junio. Ese día, Rosa cumpliría cien años. Desgraciadamente, nos dejó este pasado 16 de mayo. Toda la comunidad cervecera lloró la pérdida, pero muy especialmente las mujeres de la industria, que tuvieron en Merckx un referente y una inspiración.