El ciclo de vida de los salmones es una de las grandes gestas de la naturaleza. A grandes rasgos, estos peces anádromos nacen de huevos en corrientes de agua dulce, se desarrollan hasta convertirse en ejemplares adultos y emprenden un largo viaje al océano, donde vivirán la mayor parte de sus vidas en agua salada.
No es esta su única travesía, una vez alcanzan la edad adecuada para aparearse emprenderán un viaje de regreso a las aguas en las que nacieron para desovar.
Según los biólogos cuando los salmones nacen, se sintonizan con el olor de su entorno, grabando el olor en su memoria y dejando rastros de sus moléculas a través del agua en una especie de ejercicio de migajas de pan que les facilita el viaje de regreso.
En los últimos años, un equipo de investigadores del Oregon Hatchery Research Center dirigido por Marc A. Johnson, biólogo especializado en pesca y conservación que trabaja para el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Oregón han estado trabajando con diferentes ingredientes para determinar qué olores el salmón podría reconocer más fácilmente y así ayudarlos a regresar a los criaderos donde nacieron. Algunos de los compuestos que se han probado incluyen: extracto de camarón; tintura de berros; piel de trucha arco iris y bilis de pescado.
Tras diferentes análisis, el equipo descubrió que un aminoácido en particular era especialmente efectivo para atraer de vuelta al salmón, y este aminoácido se encuentra en un potente subproducto del proceso de la elaboración de cerveza, concretamente en las lías, o sedimentos, que quedan en el fondo del fermentador después de que la levadura haya completado la mayor parte de la fermentación.
Los científicos pudieron comprobar cómo la introducción de este compuesto –proporcionado por la Rogue Brewery— generaba respuestas positivas inmediatas de los peces.
Johnson, que es doctor en ciencias pesqueras y genética molecular de la Universidad Estatal de Oregón, se mostró especialmente esperanzado. No solo por el hecho de que un subproducto cervecero pueda terminar salvando al salmón de Oregón y proporcionar más salmón de cría a los pescadores sin poner en peligro a las poblaciones de desove silvestre, sino por las posibilidades que tendría esta técnica con las orcas en peligro de extinción.
El resultado es tan prometedor que los investigadores han recibido una subvención para continuar con esta investigación sobre la levadura de cerveza durante los próximos dos años. Si todo sale como esperan, en un período de cinco a diez años podrían implementarlo en los criaderos de salmón de Oregón y en otros lugares en los que vive este animal.
Para la industria cervecera también representaría un avance más en el campo de la economía circular que implica la reutilización de sus desechos.