Quizá pueda resultar una afirmación un tanto exagerada, pero las noticias que llegaron desde Múnich ayudaron a cambiar el ánimo de todo un sector porque lo hicieron en un momento que no parecía particularmente prometedor para la cerveza artesanal italiana. La ceremonia de entrega del European Beer Star, uno de los concursos cerveceros más mediáticos del planeta, se saldó con un triunfo inesperado para “la bota”, que alcanzó su récord histórico con un total de treinta y siete medallas, superando las treinta y cinco conseguidas en 2022.
Los nueve oros, las trece platas y los quince bronces se distribuyeron entre diferentes birrifici artigianali del país, confirmando que, incluso en tiempos de incertidumbre, la creatividad sigue siendo uno de los pilares de un movimiento que no deja de evolucionar.
Muchos especialistas coinciden que el palmarés podría haber resultado más equilibrado en la proporción de galardones, pero esa asimetría se ha convertido casi en una constante en la participación italiana en este certamen. Lo esencial, sin embargo, es que el éxito alcanzado en la capital de Baviera demuestra la vitalidad de un sector que parecía debilitado y devuelve el optimismo a un movimiento nacido hace unas tres décadas, cuando nadie imaginaba que en Italia habría espacio para fábricas independientes y brewpubs locales.
Quiénes son los 'Birrifici' italianos que triunfaron en el certamen
Entre las protagonistas indiscutibles destacó 50&50, que con cinco medallas firmó una actuación memorable: dos oros gracias a Slo Mo en la categoría New-Style Lager y a Ox&Donkey en Pastry Stout, una plata con Kalopsia en Pale Ale y dos bronces con Dr. Shultz en IPA y Graziella en Italian Grape Ale. Fue un resultado histórico para la cervecería de Varese, que confirma el camino de crecimiento iniciado en los últimos años y que ya había quedado en evidencia en certámenes como el Barcelona Beer festival, pero sobre todo en la última edición de Birra dell’Anno, cuando se alzó con el premio que otorga la asociación Unionbirrai.
Otro birrificio que brilló fue Batzen. Los de Bolzano obtuvieron dos medallas de oro con Gosexy en el segmento de ácidas alemanas y Grand Cuvée Fumée entre las añejadas en madera, además de un bronce con su Smoky Bock. MC77, desde la provincia de Macerata, también se llevó cinco premios, entre ellos un oro con San Lorenzo en la categoría Blanche y varias medallas de bronce con distintas interpretaciones de la Indida Pale Ale y recetas generosas en alcohol.
El listado completo de ganadores es extenso, pero merece la pena resaltar a Giustospirito, que conquistó un oro, una plata y un bronce, y a Lambrate. Este birrificio milanés que celebrará su trigésimo cumpleaños en 2026, volvió a poner en primer plano dos de sus etiquetas históricas: Porpora, oro en Doppelbock oscura, y Montestella, plata en Kellerpils. A ellos se sumaron Claus de Birrificio Elvo, ganador en la categoría de cervezas con miel, y Tosco del Birrificio BiRen, una ahumada Rauchbier muy contundente.
Otras fábricas por seguir que se repartieron reconocimientos fueron Statalenove, Pintalpina, War, Birrificio del Forte, Croce di Malto, Pagus, Birra Perugia, Mastri Birrai Umbri, Birra Puddu con su excepcional Porter y Birra 100Venti. Gracias a todas ellas, Italia se consolidó como el segundo país más premiado del certamen, únicamente detrás de Alemania, que jugaba en casa.
Cuando la cerveza se enamoró de la uva: la identidad única de la 'birra' italiana
El éxito en el European Beer Star no puede valorarse en su dimensión sin recordar de dónde viene la cerveza artesanal italiana. A diferencia de otros países europeos con una profunda relación con el fermentado de cereal, en Italia, hasta tiempos muy recientes, la birra había vivido a la sombra del vino, que ha acaparado el prestigio cultural y gastronómico. Como en otras regiones europeas, a esta situación contribuyó que la producción estuviese en manos de un puñado de grandes grupos que únicamente ofrecían Lagers ligeras de estilo internacional.
La situación cambió a mediados de la década de 1990. Son varios los nombres a los que pueden atribuirse la introducción del fenómeno craft en ese país, pero entre todos los que apostaron por la calidad, la experimentación y el vínculo con el territorio —"terroir"—, destaca Teo Musso. Tras apasionarse por este mundo en Bélgica, en 1996 Musso funda Baladin. Considerada por muchos como la primera cervecería artesanal moderna de Italia, fue un punto de partida de un movimiento que, en apenas diez años, multiplicó el número de microcervecerías y creó un lenguaje propio, mezclando tradiciones foráneas con ingredientes locales.
La Italian Grape Ale, por ejemplo, es un estilo reconocido internacionalmente que incorpora mosto de uva a la fermentación cervecera, uniendo las dos grandes tradiciones fermentativas del país: el vino y la cerveza. En otras propuestas se recurrió a hierbas, mieles, frutas regionales o técnicas de maduración en barricas de roble que habían contenido vinos históricos.
Esta vocación experimental permitió que la birra artigianale italiana se distinguiera rápidamente en el panorama global, no solo por imitar estilos británicos, belgas o modernas propuestas llegadas de la entonces potente American craft beer, sino por reinterpretarlos con identidad propia. En pocos años, los festivales especializados crecieron en número, y surgieron asociaciones como la mencionada Unionbirrai para dar visibilidad y cohesión al sector.
Italia sigue siendo una potencia cervecera en creatividad y calidad
Aunque la edición de 2025 de la imprescindible Guida alle Birre d’Italia publicada por el movimiento Slow Food, recoge únicamente medio millar de cervecerías artesanales, en Italia operan aproximadamente el doble. Tres décadas después de los primeros pasos dados por pioneros como Teo Musso, este millar de birrifici se enfrentan a desafíos significativos. La saturación del mercado, el aumento de los costes de producción, la competencia de las grandes multinacionales y la disminución del consumo interno han puesto en aprietos a muchos productores.
El reciente cierre de proyectos emblemáticos, como Loverbeer, recuerda que la pasión y la calidad no siempre bastan para sostenerse económicamente. Valter y Elena, fundadores de esa cervecería referente de las fermentaciones experimentales, anunciaron en sus redes con gratitud su despedida, conscientes de haber dejado una huella de innovación y autenticidad en la escena nacional.
Por ese motivo, el resultado en Múnich tiene un valor simbólico destacable. Pese a las dificultades económicas, la calidad de la cerveza artesanal italiana sigue siendo incuestionable. Los jueces internacionales dan fe de que Italia es ya una potencia cervecera en términos de creatividad y calidad, aunque su mercado interno todavía deba madurar para sostener plenamente a sus productores.
Los festivales son otro reflejo del vigor del movimiento. EurHop, en Roma, se ha consolidado como uno de los encuentros de referencia en Europa, con más de ochocientas cervezas y un centenar de productores en un escenario monumental que combina racionalismo arquitectónico con cultura cervecera. Allí, con el carismático Manuele Colonna del trasteverino Ma che siete venuti a fà como anfitrión, se dan cita aficionados, profesionales y curiosos, que encuentran en cada copa Teku no solo sabores, sino también historias de terruños y de personas. Porque la birra artigianale italiana ha logrado crear una narrativa única, en la que cada etiqueta cuenta un relato y representa la identidad local en diálogo con un lenguaje universal de la cerveza.
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