La Navidad es una época del año que se presta como pocas a absorber cualquier tradición que la enriquezca. Mucho antes de que se hablase de globalización llegó Papá Noel para discutir el monopolio de tres reyes magos de Oriente en el corazón de los niños. ¿Por qué limitarse a la noche del 5 de enero si se podía recibir regalos también la del 24 de diciembre? en el mundo cervecero, un bien regalo puede ser la cerveza de San Nicolás.
Los calendario de Adviento
La última tradición que hemos incorporado a nuestro imaginario navideño es la de los calendarios de Adviento. Originalmente, el período de Adviento era el tiempo en que los conversos al cristianismo se preparaban para el bautismo. Ahora se asocia más con el nacimiento de Cristo, encontrando además una interesante aplicación comercial.
Desde que comenzaron a comercializarse en Alemania, los calendarios de Adviento han evolucionado. Los primeros eran sencillas pizarras que servían para contar los días que faltaban para el 25 de diciembre.
Los actuales cumplen la misma función pero tienen formas diversas y casi todos cuentan con pequeñas puertas numeradas. Cada puerta, que debe ser abierta un día concreto, oculta un regalo que puede ir desde un diminuto juguete hasta chocolatinas ¡o botellas de cerveza!
Al igual que los calendarios de Adviento, Papá Noel también tiene un origen religioso. El personaje que asociamos con un anciano bonachón vestido de rojo está basado en San Nicolás. Éste era un santo nacido en el año 270 en la actual Turquía. San Nicolás es acreedor de numerosos milagros, algunos de ellos vinculados con la abundancia y a la cerveza. Es por esto que los cerveceros lo adoptaron como uno de sus patrones.
San Nicolás murió el 6 de diciembre del 343 y fue enterrado en Myra. Sus reliquias se llevaron a Bari, en Italia, donde todavía permanecen y se veneran.
En algunos países centroeuropeos los niños reciben sus regalos la noche del 6 de diciembre –en muchos casos calendarios de Adviento–, especialmente en Alemania, Austria y la zona suiza de habla germana.
Precisamente en Suiza es donde surgió una de las tradiciones que más han contribuido a configurar la Cerveza de Navidad tal como la conocemos hoy en día.
Albert Hürlimann fue uno de los primeros cerveceros que mostró interés en la microbiología, una especialidad de la ciencia que a finales del XIX daba sus primeros pasos.
Ese interés tuvo una repercusión inmediata en su cervecería de Zúrich, logrando tal prestigio gracias a la calidad y estabilidad de sus cervezas que antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial ya era una de las más importantes del país.
La cerveza de San Nicolás
Martin Hürlimann destacó también en este campo. Así fue como dio con una cepa de levadura Lager que tenía una sorprendente capacidad para resistir el alcohol. Esto permitía elaborar cervezas muy poderosas. Para demostrar esa cualidad de su criatura, Hürliman lanzó en 1979 una cerveza de Navidad.
Con un 14% de alcohol en volumen, los suizos lograron la que fue la Lager más fuerte del mundo. También demostraron una sorprendente habilidad para dotar a su cerveza de un eficaz relato.
Martin Hürlimann aseguró que el proceso de elaboración era excepcionalmente complejo: tras una corta fermentación, la cerveza debía madurar casi un año y escogió como fecha de producción el 6 de diciembre, día de San Nicolás o Samichlaus, en el dialecto de Zúrich.
Sus peculiaridades y los elogios de escritores cerveceros como Michael Jackson elevaron a Samichlaus a la categoría de mito. Aún así, este estatus la libró de las consecuencias de una serie de cambios de manos en la que se vio inmersa Hürlimann. En 1999 se anunciaba que no había cabida para una cerveza tan compleja en un portafolio orientado a la Lager de consumo inmediato.
Afortunadamente, la cerveza de San Nicolás contaba con decenas de miles de incondicionales en todo el mundo que iniciaron una campaña para salvarla. Samichlaus encontró un nuevo hogar solo un año después en la Brauerei Schloss Eggenberg, una cervecería de Vorchdorf, en la Alta Austria, con una sobrada experiencia en cervezas fuertes.
En estas dos décadas en Austria, Samichlaus ha mantenido su prestigio gracias a una sólida factura y a un acertado incremento de ediciones especiales . Los nuevos propietarios de la marca también han continuado apostando por el vínculo de la marca con la Navidad. Cada 6 de diciembre, organizan una cuidada ceremonia en la que invitados, autoridades religiosas, y el propio San Nicolás, asisten a la elaboración del primer lote de Samichlaus que podremos beber al año siguiente.
Mientras, en las casas cercanas al castillo-cervecería, los niños esperan que el santo cervecero sea moderado con la cerveza y no se olvide de dejarles los regalos que le han pedido.