La Hofbräuhaus es la cervecería más famosa de Múnich y una de las mayores del mundo. Diariamente atrae a miles de personas, convirtiéndola en uno de los grandes atractivos turísticos de la ciudad alemana. Uno de sus clientes ha protagonizado un curioso suceso.
El pasado 7 de noviembre, la American Chemical Society, una organización sin ánimo de lucro estadounidense dedicada a la investigación, hacía públicos los resultados de un estudio que tenía como protagonista al lúpulo.
El equipo dirigido por los doctores Alessandro Palmioli y Cristina Airoldi, miembros del Departamento de Biotecnología y Biociencias de la Universidad de Milano-Bicocca, concluía que algunos componentes del lúpulo podrían ayudar a evitar la aglutinación de las beta amiloides, proteínas que se asocian directamente con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Desgraciadamente, todos sabemos que el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa debilitante, a menudo caracterizada por pérdida de memoria y cambios de personalidad en los adultos. Una de las mayores dificultades para su tratamiento es el tiempo que transcurre entre el inicio de los procesos bioquímicos subyacentes y la aparición de los síntomas, con varios años de diferencia.
Esto significa que el daño irreversible al sistema nervioso ocurre antes de que el paciente intuya que puede padecer la enfermedad. En consecuencia, las estrategias preventivas y terapéuticas que pueden intervenir antes de que aparezcan los síntomas son de creciente interés.
Una de las líneas de investigación involucra a los “nutracéuticos”, o alimentos que tienen algún tipo de función medicinal o nutricional, entre ellos la cerveza y sus ingredientes.
Para investigar el potencial del lúpulo el equipo de Palmioli y Airoldi seleccionó y comparó las actividades de cuatro variedades diferentes de plantas entre las más empleadas en la producción de cerveza: Cascade, Saaz, Tettnang y Summit, especies que difieren en el grado de concentración de ácidos α y/o aceites esenciales, lo que se correlaciona fuertemente con su composición metabolómica.
El más exitoso de los cuatro resultó el Tettnang, ya que al separarse en fracciones se comprobó que al contener un alto nivel de polifenoles mostraba la actividad antibiótica e inhibidora de la agregación más potente.
Esta no es la primera vez que los científicos resaltan las propiedades antioxidantes del lúpulo, pero este estudio abre un nuevo camino de investigación para tratamientos que en el futuro puedan combatir el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.