Estados Unidos busca incentivar la vacunación a través de distintas medidas que acerquen a los ciudadanos más reacios a su dosis anti Covid. El presidente Biden se ha propuesto multiplicar las políticas que recompensan la vacunación para así conseguir la ansiada vuelta a la normalidad. Las vacunas han disminuido el número de nuevos casos y de fallecidos –las cifras son las más bajas desde el comienzo de la pandemia– y arrojan la esperanza de disfrutar de un verano con cierto grado de normalidad, con reuniones sociales y diversión sin temor a los contagios.
Drinkflation es el nuevo término que hay que incorporar a nuestro vocabulario cervecero. Con ese juego de palabras se hace referencia a la dinámica que los cerveceros británicos han empezado a desarrollar para incrementar sus ganancias o, al menos, paliar sus pérdidas y que pasa por reducir el contenido alcohólico de sus productos.
Según algunos medios, algunos fabricantes llevarían meses disminuyendo la presencia de alcohol en algunas de sus etiquetas y vendiéndolas por el mismo precio, como forma de anticiparse a la nueva reforma impositiva que entrará en vigor las próximas semanas, cuando las bebidas pasarán a estar gravadas por su volumen alcohólico.
Así, en Greene King, su Pale Ale Old Speckled Hen ha pasado del 5% al 4,8% de alcohol en volumen, pero también Shepherd Neame, la cervecera más antigua del país ha reducido la impregnación alcohólica de etiquetas tan destacadas como Spitfire y Bishops Finger de un 4,5% a 4,2% y de un 5,4% a 5,2% respectivamente. Ya a principios de año, el gigante Heineken había hecho lo propio con su Foster’s Lager, que comercializa en las islas británicas, reduciendo del 4% al 3,7% su alcohol.
El gigante holandés afirmó en su momento que tal variación respondía a la necesidad de adaptarse a las nuevas tendencias del mercado, con unos consumidores que optan cada vez más por productos con menor presencia de alcohol; postura que también ha empleado Shepherd Neame, que cree que en este contexto de búsqueda de vida más saludable, tal reducción animará a más personas a probar sus marcas.
La práctica, sin embargo, y estudios como el de la Universidad de Sheffield afirman que más que una preocupación sanitaria, tras esta tendencia se esconde una cuestión monetaria. Con una reducción de los porcentajes de alcohol en solo un 0,35, las cerveceras podrían llegar a ahorrar aproximadamente 250 millones de libras esterlinas en impuestos. Unos 2 o 3 peniques por botella o lata que, aisladamente, pueden resultar insignificantes pero que en términos globales insuflan aire a un sector que lleva unos años especialmente duros.
¿POR QUÉ LAS CERVECERAS HAN REDUCIDO SU VOLUMEN DE ALCOHOL?
Desde la ya citada Greene King, menos ambigua que otras cerveceras a la hora de abordar el tema, afirman que esta medida de reducir el contenido de alcohol es la salida más viable que les permite compensar y absorber el incremento de costes tanto en materias primas como en envases y energía, sin que el sabor de la bebida resulte afectado de forma relevante. La idea ha funcionado y a la vista del éxito, además de las mencionadas, otras productoras como Amstel, Birra Morretti, John Smith’s y Newcastle Brown Ale se plantean también adoptarla.
El fenómeno no es del todo extraño en el sector de la alimentación. Paralelamente a esta “drinkflation”, encontramos la «shrinkflation», el método por el que en la industria alimentaria reducen el tamaño de los productos —o de sus porciones– sin que se produzca la correlativa disminución de precio. Los más críticos, sin embargo, afirman que la dinámica resulta más perniciosa aún en el mundo de las bebidas, donde la práctica es menos apreciable. Aquí, permanecen inmutables tanto tamaño de envases como volumen líquido, pero a la postre, la esencia del producto ha variado. Esto lleva a los cerveceros a embolsarse un ahorro en impuestos sin que los consumidores vean reducido el costo del producto final.
Sin embargo, para Emma McClarkin, al frente de la British Beer and Pub Association, la alternativa resulta útil porque evita que el cliente pague más, algo que sería inevitable a la vista de la inflación que en Reino Unido sigue siendo más elevada que en el resto de Europa, debido, en gran medida a las consecuencias todavía no superadas del Brexit.
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