La noticia bomba del verano pasado, que anunciaba el cierre de un nombre tan clásico en el sector como Anchor Brewing, supuso un gran varapalo para todos los amantes de la cerveza. Sin embargo, meses después, la que parecía la estocada definitiva puede pasar a ser solo un bache más en la accidentada vida de la cervecería de San Francisco.
Así, casi un año después, los principales diarios de la ciudad californiana se hacían eco de que el empresario multimillonario Hamdi Ulukaya, nacido en Turquía y fundador de Chobani, el mayor productor de yogur griego del país había comprado la cervecería y sus instalaciones en Potrero Hill.
La propia firma de inversión personal de Hamdi Ulukaya, Shepherd Futures, estaría ya en contacto con Presidio Bay Ventures pues su objetivo pasa por reiniciar las operaciones de la cervecería tan pronto como sea posible, restaurando la marca tradicional tan vinculada a San Francisco y lograr que compañía vuelva a ser un actor nacional relevante en el espacio de las cervezas artesanales.
El precio de compra no ha sido revelado pero la firma de servicios inmobiliarios CBRE había estimado el valor de los activos inmobiliarios en 40 millones de dólares y ya solo la propiedad intelectual de la empresa estaba recibiendo ofertas de hasta casi 10 millones de dólares, según una fuente cercana al proceso de liquidación.
Un poco de historia de la cervecera Anchor Brewing
La historia de Anchor Brewing se remonta a 1871 cuando Gottlieb Brekle, de origen alemán, se instaló en San Francisco con su familia. Pocos años más tarde compra un salón de billar y lo transforma en una cervecería que llamó American Brewery. Será en 1896, cuando otro germano, Ernst F. Baruth y su yerno Otto Schinkel, adquirieran la fábrica de cerveza y le cambien el nombre por Anchor. Cuando el pasado julio cerraba sus puertas se ponía el hipotético punto final a 127 años de historia, siendo la decana de las cerveceras independientes estadounidenses.
Dejando a un lado la historia más remota y sus vicisitudes de principios de siglo y con la Ley Seca, en las últimas décadas mencionar Anchor Brewing implicaba hablar de la figura de Fritz Maytag, el joven que inicialmente compró el 51 % de la propiedad para evitar que su cervecera favorita echara el cierre. Tras una modernización de las instalaciones, comenzó a embotellar la Anchor Steam Beer y esta etiqueta se convertiría en el icono de las cervezas craft del país, un puesto de referencia que la abocó al crecimiento de las décadas siguientes e hizo necesario el traslado en 1979 a la sede de Potrero Hill.
Maytag se retiró en el año 2010, con la venta de Anchor Brewing a Keith Greggor y Tony Foglio. El último propietario de Anchor antes de su cierre fue Sapporo Breweries, empresa radicada en Japón, que había comprado el negocio por 85 millones de dólares en 2017. Seis años después los nipones cerraron la fábrica en 2023, responsabilizando de ello a la caída de las ventas tras un rediseño y cambio de marca muy denostado, alejado de la imagen clásica de la casa.
Anchor Brewing y su conexión con San Francisco
Lo cierto es que la historia de Anchor no se entiende sin unirla a la de la propia ciudad de San Francisco y la reciente compra ha provocado reacciones de las principales autoridades de la urbe. La propia alcaldesa, la demócrata London Breed, en un comunicado alabó la figura del comprador y subrayó el compromiso de este por preservar tal vínculo: «Anchor Brewing siempre ha sido una parte querida de San Francisco y gracias a Hamdi Ulukaya, será parte de San Francisco en los años venideros.
Estoy agradecida por su compromiso de ser parte del futuro de nuestra ciudad y por mantener la tradición de elaborar la cerveza Anchor Steam justo aquí, donde pertenece».
Su preocupación era la de muchos, que temían que en el proceso de venta se viese perjudicada la integridad de la cervecera. Ulukaya fue seleccionado como comprador tras un complejo —y opaco— proceso de subasta que duró meses, en el que se dividieron las propiedades inmobiliarias, los equipos de elaboración, la marca y la propiedad intelectual de la empresa, que incluía la icónica Anchor Steam Beer.
Como postores, además del millonario también intervino Anchor SF Cooperative —un grupo compuesto por los antiguos trabajadores de la fábrica— y el inversor de riesgo y residente en Potrero Hill, Mike Walsh. Según Ulukaya su voluntad de mantener intactos los distintos elementos de la empresa resultó determinante para inclinar la balanza a favor de su oferta.
Nueva etapa, nuevos pasos hacia el renacer de la cervecera
Comienza así una nueva etapa para Anchor por la que el nuevo propietario se muestra predispuesto e impaciente. En un vídeo publicado en redes sociales destacó que Anchor «Es la esencia de San Francisco».
Sin desconocer que el proyecto se enfrenta a un mercado tan competitivo como el cervecero realza la historia, la receta, el nombre y la tradición de la fábrica, alineados en el contexto mágico San Francisco, algo que para él tiene un valor incalculable. En sus declaraciones al San Francisco Chronicle, igualmente, reveló su deseo de empezar cuanto antes «No me gusta sentarme y esperar demasiado. No tengo mucha paciencia. Tienes que ponerte a trabajar».
Los primeros pasos dados por el magnate del yogur parecen halagüeños. Ha iniciado una ronda para escuchar a los miembros de la comunidad, consultándoles qué les gustaría ver en las instalaciones, pero tal y como apunta el diario de la ciudad aún hay numerosos cabos sueltos por atar. Uno de ellos es el de la antigua plantilla de la fábrica. En declaraciones al Chronicle, Ulukaya también informó que planeaba volver a contratar a la mayor cantidad posible del antiguo personal de Anchor pero no están claras las medidas tomadas en esa dirección.
Se conoce un almuerzo con cuatro exempleados de Anchor antes de su adquisición, pero más allá de eso, él y su equipo todavía no han tenido ningún contacto con el antiguo personal de la cervecería. Patrick Machel, extrabajador y delegado sindical de Anchor Union, declaraba a Vine Pair que todavía no los habían contactado, pero tenía esperanzas en que la aproximación se produzca «en algún momento, y cuando eso suceda, espero que sea desde una perspectiva positiva». Según él, si Ulukaya recuperara a la mayoría de la fuerza laboral de la empresa antes del cierre la planta en Potrero Hill podría volver a funcionar en un mes.
Esto habilitaría la posibilidad de tener la clásica etiqueta navideña —fabricada desde 1975— a punto para las fiestas. También está aún en el aire la cuestión de si, en caso de ser reincorporados, mantendrían las condiciones de su anterior convenio colectivo o aceptarían negociar uno nuevo. Para muchos el resurgir de Anchor no será un éxito total si no lleva consigo la reintegración de los trabajadores de la fábrica.
El futuro de Anchor Brewing: la visión de Ulukaya
Toca esperar y confiar que el halo que envuelve a la figura de Ulukaya no sea simple propaganda hábilmente manipulada. Nacido en una familia de productores lecheros kurdos del este de Turquía, emigró a los Estados Unidos con 22 años y en este país comenzó su andadura empresarial, adquiriendo una fábrica de yogur cerrada en Nueva York que anteriormente operaba Kraft Foods.
Contrató a cuatro trabajadores y remodeló las instalaciones para poder fabricar un yogur semejante al que consumía en su país natal. Fueron los humildes orígenes de Chobani que hoy se ha expandido más allá del yogur —elabora bebidas lácteas, cremas o leche de avena— y supera los 2.000 millones de dólares en ventas los que lo impulsaron a esta operación. El propio Ulukaya reconoció el paralelismo entre sus comienzos y las esperanzas por revitalizar Anchor Brewing. Sus actos parecen acompañar a ese espíritu de contribuir a un contexto mejor: parte de su fortuna la destina a su organización sin ánimo de lucro Tent, que asiste a los refugiados. Ojalá el puerto de San Francisco sirva de ancla a su nuevo proyecto.
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