La cerveza es un asunto muy serio en Alemania. Y su precio todavía lo es más. Ya hemos visto lo que representó la subida del precio de la jarra en la Oktoberfest de nuestro año de nacimiento. El incremento del litro en la gran fiesta de la cerveza de Múnich de 1906 de 35 kreuzer a 37 ocasionó una sonada protesta en la capital bávara.
Aun así, no fue nada al lado de lo que se vivió en Frankfurt hace 150 años. La primavera de 1873 fue especialmente conflictiva en la ciudad del Meno. El desencadenante del malestar generalizado derivado de su anexión por parte de Prusia no solo fue el incremento del precio de la cerveza, sino también la complicación que traía consigo la subida.
El 1 de abril de 1873 las tabernas de la ciudad se pusieron de acuerdo para incrementar el precio de la cerveza de 4 kreuzer a 4 kreuzer y medio. La clase obrera mal pagada vio como de la noche a la mañana su alimento básico subía un 12,5%. Además, al no existir monedas de medio kreuzer, era necesario entregar cinco kreuzer por la cerveza y esperar a que el tabernero les devolviese un vale por el medio kreuzer restante, que solo era canjeable en una próxima consumición en el mismo establecimiento.
Esto, aunque podía representar una molestia, era aceptable en el día a día ya que generalmente los trabajadores eran clientes del mismo local, pero en las fiestas populares fue visto como una estratagema de los cerveceros para apropiarse del medio kreuzer de aquellos que no continuaban bebiendo. Esa fue la sensación que flotó en el ambiente el 21 de abril, el último día de la Dippemess, la feria de primavera, un día que los trabajadores de Frankfurt tradicionalmente tenían libre.
El tono de las voces en las barracas del Bleichgarten, en los alrededores de Breiten Gasse, comenzó a subir a medida que se acercaba la hora de cierre y el alcohol hacía su efecto. Aquellos que querían que se les compensase por los vales no consumidos comenzaron a mostrar actitudes agresivas hasta que se desató el caos. Un centenar de personas enarboló una bandera hecha con una cortina roja y se dirigió al centro de la ciudad.
A medida que avanzaban por las calles gritando, «Mir wolle Batzebier!» se les iba uniendo más gente que entraba en tabernas y cervecerías destrozando todo a su paso. No faltaron refriegas en la que propietarios y trabajadores intentaron defender sus negocios. Los periódicos de los días siguientes mencionan el caso la cervecería Reichsapfel, en la Grosse Friedberger Strasse, donde se usaron atizadores al rojo vivo, o la Schwager Brauerei, donde se bombeó mosto hirviendo para expulsar a los intrusos.
Semanas antes se habían producido otras revueltas similares derivadas del aumento de precios de la cerveza en Stuttgart y Mannheim, por lo que las autoridades prusianas estaban preparadas. La policía de Frankfurt contaba con apenas medio centenar de efectivos, pero estaba apoyada por el Regimiento de Infantería de Kurhessian No. 81, que desde la ocupación prusiana de 1866 tenía su cuartel en el antiguo monasterio carmelita cercano.
Los soldados toman los callejones del casco antiguo y disparan a los manifestantes, hiriendo a muchos y matando a una veintena, entre ellos un niño. Tras varios días de ley marcial en la que no entra ni sale nadie de la ciudad, se detiene a unas 300 personas que son juzgadas y encarceladas.
El Frankfurter Bierkrawall fue mucho más que una protesta por la subida de los precios de la cerveza, encuadrándose en las numerosas revueltas a causa de las injusticias sociales de la época. No obstante, temiendo una repetición, los cerveceros decidieron renunciar a la subida de precios y las jarras en Frankfurt volvieron a costar 4 kreuzer durante una larga temporada.