ANCHOR ANUNCIA EL CIERRE DE SUS PUERTAS

Los inicios de Anchor Brewing se remontan al San Francisco de 1871, cuando el emigrante alemán  Gottlieb Brekle empezó a fabricar cerveza en la ciudad, actividad que desempeñó durante 25 años.  En 1896 la fábrica pasó a manos de Ernst F. Baruth y su yerno, Otto Schinkel. Los dos socios vieron  como su negocio era pasto de las llamas de los incendios que siguieron al terremoto de San  Francisco de 1906. Esta fue la primera de una larga cadena de vicisitudes que ha padecido Anchor a  lo largo de su historia y de las que, hasta ahora, siempre parecía haber salido airosa.  

Reconstruida en un lugar diferente, la fábrica del ancla continuó fabricando cerveza hasta la  Prohibición y una vez que esta fue derogada, retomó la actividad, pero a finales de la década de 1950  comenzó su declive a medida que se formaban gigantes cerveceros en el país. Careciendo de  recursos financieros y mano de obra cualificada, la situación de Anchor continuó deteriorándose. Aun  así, un joven estudiante se enamoró de la cervecería y de lo que representaba para San Francisco.  Como vimos en nuestro podcast, en 1965, Frederick Louis “Fritz” Maytag III compró la fábrica,  salvándola del cierre. Fueron necesarios cinco años y una ingente cantidad de dinero tomado de su  herencia de la fortuna familiar, para que Anchor regresase al mercado. 

Apoyándose en el que a todas luces es el primer estilo auténticamente estadounidense, la Steam Beer, Anchor encabezó el fenómeno de la cerveza artesanal americana, aplicando técnicas  tradicionales como el dry-hopping; apostando por los ingredientes locales como el novedoso  Cascade, el lúpulo sobre el que se ha construido la IPA moderna; recuperando estilos largamente  desaparecidos como la Porter; y dando forma a otros como la Christmas Ale. 

Toda esta labor le valió a Fritz Maytag el sobrenombre de “padrino de la cerveza artesanal americana”,  título que llevó con orgullo hasta 2010, cuando se retiró y vendió la compañía a los importadores de  destilados Keith Greggor y Tony Foglio. 

Desde prácticamente ese momento, Anchor ha vivido una situación errática con decisiones tan  discutibles como el cambio de imagen, el abandono de productos históricos o el lanzamiento de otros  carentes de interés. La situación no mejoró en 2017, cuando el negocio pasó a manos de la cervecera  japonesa Sapporo, que en ese momento desembolsó 85 millones de dólares. 

Aunque hace solo unas semanas Sapporo informó que, dada la situación del mercado y elevados los  costes de transporte, concentraría las actividades de Anchor en San Francisco y determinadas áreas  de California, pocos pensaban que la situación era tan grave como para obligarles a tomar la decisión  de cerrar la empresa. 

«Fue una decisión extremadamente difícil que tomamos solo después de muchos meses de análisis  meticulosos», declaró el portavoz, Sam Singer, que reconoció la repercusión local y regional de  Anchor, pero que añadió que «los impactos de la pandemia, la inflación, especialmente en San  Francisco, y un mercado altamente competitivo habían dejado a la empresa sin otra opción que  tomar la triste decisión de cesar sus operaciones». 

Desde que se hizo el anuncio, la bandera de Anchor cuelga invertida en un mástil como símbolo de  duelo. Ahora se sabe que los japoneses buscaron un comprador para las instalaciones y la marca,  pero no encontraron un nuevo Fritz Maytag dispuesto a salvar la empresa. Parece que en esta  ocasión el ángel de la guarda ha abandonado a Anchor.

Cultura de Cerveza

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