Cualquiera que conozca algo de la historia de Estados Unidos sabe que Samuel Adams no llegó a presidente de Estados Unidos. Ese cargo lo ostentaría tras la muerte de George Washington su primo John Adams, alguien cuya relación con la cerveza parece que se limitó al consumo de Ales fuertes.
Los documentos acreditan el papel de Samuel Adams como impulsor de la independencia de las colonias británicas en América, pero parece que la afirmación de su papel como el cervecero de los revolucionarios americanos o su maestría en la elaboración de fermentados es bastante discutible.
Según el escritor especializado en historia, Christopher Klein, ni siquiera está claro que el propio Adams llegase a ser cervecero en algún momento de su vida. Los registros coloniales solo lo inscriben como maltero, basándose la adscripción a la profesión de cervecero en un anuncio de 1751 del Boston Evening Post que decía: «Cerveza fuerte o de malta para aquellos que se inclinan a elaborarla ellos mismos; para ser vendida por Samuel Adams, a un precio muy razonable».
Algo parecido sucedería con su padre, quien, si bien era un reconocido maltero, en las enciclopedias, junto a diácono, también figura como cervecero colonial.
De lo que parece no haber dudas es de que, a la muerte del patriarca en 1748, Samuel heredó la maltería. Según Lauren Clark, autora de Crafty Bastards: Beer in New England from the Mayflower to Modern Day, la gestión financiera no era el fuerte de Adams. Después de ser elegido recaudador de impuestos en 1756, Adams fue tan poco diligente a la hora de llevar una contabilidad adecuada y los descuidos en el cobro de los gravámenes públicos tan frecuentes que pronto terminó endeudado con el gobierno.
Por si no fuese poco, a los pocos años de heredar la maltería, el negocio quebró y el propio edificio comenzó a desmoronarse. La propiedad familiar se puso en subasta pública, pero Adams logró intimidar a cualquiera que pensara en comprarla. Sus opositores políticos aprovecharon sus fracasos comerciales y se burlaban de él llamándole «Sam el maltero». Si no proviniese de una buena familia y no se hubiese destacado como agitador político, probablemente no tendría ninguna página en la historia.
Era en la agitación tabernaria donde Samuel parece que se sentía más cómodo. Cuando el Parlamento inglés aprobó la Ley del Azúcar que gravaba la melaza como ingresos, Adams fue el más firme opositor, siendo el primero en clamar contra las tasas y desempeñando un papel muy importante en los disturbios que seguirían a raíz de esta y otras medidas impuestas por Londres que acabarían fructificando en el motín del té de Boston y en la posterior declaración de independencia de 1776.
Uno de los lugares favoritos de Samuel era la Green Dragon Tavern. Allí se reunía con Paul Revere, John Hancock, y otros miembros de la sección bostoniana de Los Hijos de la Libertad, la organización de patriotas americanos de la cual fue fundador. Se cree que fue allí donde redactó textos en los que la cerveza se convirtió en un elemento importante de la lucha por la independencia.
En ellos, al mismo tiempo que pedía el boicot a las importaciones británicas, animaba a los fabricantes de Nueva Inglaterra a elaborar cervezas de la misma calidad que las que llegaban de la metrópoli. En el caso de Samuel Adams todo parece indicar que se cumplía el viejo dicho de «haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago».