Si analizamos los datos demográficos y económicos de principios del siglo XIX veremos que la actividad industrial en la región alemana del Ruhr era escasa. Nada indicaba que medio siglo más adelante, ciudades como Essen, Duisburg y sobre todo Dortmund, se convertirían en el centro industrial de Europa. Hasta 1850 la mayoría de la población de la zona se dedicaba a la agricultura y el pastoreo, teniendo la minería algo de importancia solamente en el área montañosa del sur.
La considerable autonomía de las regiones, la falta de unidad política y económica y ciertas dificultadas geográficas para el comercio habían impedido que la Revolución Industrial fructificase en Alemania. La situación cambió drásticamente en la segunda mitad del XIX y muy especialmente a partir de 1871. El país abrazó como pocos la ciencia, la tecnología y su aplicación industrial, lo que requirió un suministro abundante de combustibles de calidad. Para satisfacer esa demanda energética se recurrió a la otrora infra explotada cuenca del Ruhr, que se reveló como una fuente de carbón y metal de excelente calidad.
Como atestiguan los estudios, el Ruhr no sólo creció en importancia para Alemania, sino para toda Europa. Especialmente sus países vecinos dependían de ese carbón, el coque metalúrgico, el hierro y el acero. A la sombra de las minas floreció toda una industria que atrajo a cientos de miles trabajadores de todo el continente. Trabajadores de una industria pesada que reclamaban una cerveza sabrosa y sobre todo refrescante.
Para muchos, la configuración de la Dortmunder Lager como uno de los estilos de la Escuela Centroeuropea es un ejemplo más de la resiliencia de los cerveceros. Una muestra de los esfuerzos de los fabricantes locales para hacer frente a lo que llega de fuera y conservar su espacio en el mercado propio. Probablemente sea así, ya que el despegue económico del Ruhr coincidió con la expansión de la Pilsner por todo el continente europeo.
La cerveza “creada” por Josef Groll en la ciudad bohemia era una magnífica compañera en minas y altos hornos. Limpia y refrescante, se comportaba mucho mejor que las pesadas propuestas locales, elaboradas con maltas oscuras y trigo. Desde el siglo XIII se producía cerveza en Dortmund —había sido uno de los centros de la Liga Hanseática— pero la dimensión de las fábricas era demasiado pequeña, tanto para satisfacer la demanda de los mineros como para enfrentarse a lo que llegaba de Pilsen, por lo que algunos de ellos decidieron fusionarse. De esos acuerdos surgieron, en 1973, la Dortmunder Actien-Brauerei (DAB) y la Dortmunder Union. Y de las calderas de esta última nació la Dortmunder Lager.
En el museo de Dortmund dedicado a la cerveza es muy probable que nos cuenten que los orígenes del estilo están en uno de esos increíbles errores de los que tan generosa es la historia cervecera. Quizás os digan que el maestro cervecero Fritz Brinkhoff se equivocó con la receta e hizo una cerveza con menos malta que una Helles bávara y menos lúpulo, pero más alcohol que una Pilsner.
No es una mala definición para la Lager de Dortmund, pero al igual que en el caso de la Pilsner de Josef Groll, resulta inverosímil que un cervecero con experiencia como Brinkhoff —previamente había trabajado en otras fábricas y visitado a colegas en Leipzig, Dresde, Berlín, Pilsen, Viena, Amberes y Bruselas– hubiese cometido un error de esa envergadura. Sin duda, Brinkhoff había hecho pruebas con los ingredientes y dio con las proporciones ideales para trabajar con el agua local, muy rica en sulfatos.
A ese “acierto” se sumó la existencia de una demanda tan grande que hizo que las fábricas de la región fuesen extraordinariamente rentables, permitiéndoles abordar fuertes inversiones e integrar la tecnología más puntera del momento. Las cervecerías del Ruhr fueron pioneras en el uso de la refrigeración artificial de Carl von Linde y en la instalación de laboratorios para el control de calidad. Preparadas para producir grandes cantidades –Dortmunder Union llegó a ser la mayor cervecería de Alemania– de productos de extraordinaria estabilidad, las fábricas de Dortmund se lanzaron a la conquista del mundo con su Exportbier.