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En casa de Frans Hals nunca se habló muy bien de los españoles.  Aunque había nacido en Amberes, la práctica totalidad de la vida de Frans se desarrolló en Haarlem, una ciudad a las afueras de Ámsterdam. La derrota de los flamencos rebeldes a manos de los tercios españoles de Alejandro Farnesio provocó una huida masiva de los protestantes, terminando muchos de ellos en los suburbios de la actual capital de los Países Bajos, entre ellos la familia Hals. 

 

Frans demostró ser un muchacho con gran sensibilidad para el arte, lo que le permitió desempeñar diferentes actividades en el gremio de artistas locales, decantándose finalmente por la pintura. Su pertenencia a la milicia ciudadana de St. Joris, a la que se unió en 1612, le granjeó buenos contactos en la ciudad y una serie de encargos por los que pasaría a la historia. Son trabajos que tienen un especial interés para el mundo de la cerveza por la información gráfica que aportan, algo de lo que siempre estamos escasos. 

 

Como colofón a un período de tres años de servicio, los miembros de las milicias o schutteri celebraban un banquete con cuyos gastos corría habitualmente el ayuntamiento local. Si la schutterij era importante, encargaba a algún pintor que inmortalizase el momento, eso sí, los protagonistas eran siempre los oficiales. Aunque existen numerosos ejemplos de óleos firmados por artistas del Barroco neerlandés, sobresalen los dos banquetes de los arcabuceros de St. Joris de Haarlem pintados por Frans Hals en 1616 y 1627, respectivamente. 

 

Ambos son generosos en la representación de alimentos, bebidas y recipientes, pero el primero destaca especialmente por incluir entre sus personajes a Dirck Dicx, el cervecero de la Brouwerij Halve Maen de Haarlem al que se atribuye la primera elaboración en Sudamérica. Esos lienzos de gran tamaño permiten además corroborar el acceso al vidrio de las clases más pudientes del momento, así como determinar el color de las bebidas, alguna de ellas muy probablemente cerveza.

Frans Hals

Además de por sus composiciones colectivas, Frans Hals destacó como retratista. Con una obra tan extensa en este género no faltan cuadros en los que la cerveza aparece reflejada. Uno de los primeros es Juerguistas de Carnaval, un óleo de 1616 en el que salchichas, manitas de cerdo, judías, arenques, huevos y mejillones se acompañan de cerveza servida en una elegante jarra de cerámica y mimbre con las iniciales «fh». 

 

La cerveza también aparece en Yonker Ramp y su enamorada, de 1623, y en Dos jóvenes riendo con una jarra de cerveza1, de 1626, en el que Hals pinta a un personaje que en holandés es conocido como kannekijker, el típico sujeto que siempre está viendo si todavía queda cerveza en la jarra y que aparecerá nuevamente en su obra de 1628, Peeckelhaeringh (palabra holandesa para el arenque en escabeche). En Peeckelhaeringh vemos a un bufón cuya afición exagerada a este plato tradicional de la región le obliga a beber cerveza constantemente, convirtiéndolo en un kannekijker en toda regla. 

 

El protagonista de Hombre con gran jarra de cerveza de 1630 también está feliz por la cerveza. En su caso, la bebida la transporta en un recipiente de madera y latón muy característico de Haarlem. El ciervo rojo nos indica que la cerveza provenía de la Brouwerij Het Rode Hert, fábrica propiedad del cervecero y alcalde de Haarlem, Cornelis Guldewagen, a quien Frans Hals retrataría en 1660.  

 

Desgraciadamente ni su prestigio como artista ni todos esos contactos tan valiosos salvarían a Frans Hals de la pobreza, que viviría sus últimos años de la beneficencia.