El segundo desmentido que vamos a hacer sobre la India Pale Ale parte de una situación que tiene más que ver con la comercialización que con la cerveza en sí.
La línea temporal de la historia de la India Pale Ale tiene una serie de años marcados en rojo. De todos ellos, sin duda, uno de los más importantes es 1822.
Lo es especialmente para los amantes de los registros documentales ya que un anuncio publicado en la prensa a comienzos de ese año corrobora que la cerveza destinada a la India ya se promocionaba para venta en Inglaterra veinte años antes de lo que se creía. El texto publicado en The Times en enero de 1822 informaba que en Londres ya estaba a la venta «Pale Ale elaborada expresamente para el mercado de la India y adecuada tanto para climas cálidos como para el consumo doméstico».
No dice quién es el productor de la cerveza ni sus características, algo que, si hace otro anuncio del mismo mes y año, pero publicado en el otro extremo del mundo. La Calcutta Gazette, el diario fundado por el oficial de la Compañía Británica de las Indias Orientales, Francis Gladwin, avisaba esos días a sus lectores de la llegada a puerto de un cargamento de «cerveza de primera calidad garantizada por Hodgson de la genuina elaboración de octubre. Exactamente igual, si no superior, a cualquiera que se haya recibido antes en este asentamiento».
Durante mucho tiempo se le atribuyó a la Bow Brewery de George Hodgson la paternidad de la IPA, algo que a todas luces es improbable, pero no hay que olvidar que estamos hablando de uno de los principales suministradores de cerveza a las colonias británicas, gozando durante varias décadas de un sistema casi monopolístico que había generado fuertes tensiones entre su clientela y la propia Compañía. Lo que no podía saber Hodgson es que su privilegiada situación estaba a punto de cambiar y su destronamiento tendría su origen en Rusia.
Como vimos en nuestro podcast, el 21 de noviembre de 1806, en un intento de desafiar el poderío comercial y marítimo de Gran Bretaña, Napoleón decretó un bloqueo que prohibía el comercio de cualquier país europeo con Gran Bretaña, mermando las ventas de las cerveceras británicas en el continente. Las menos afectadas fueron las de Burton-on-Trent, que mantenían una intensa relación con el Báltico y Rusia, regiones en las que los franceses nunca llegaron a impedir el comercio en su totalidad.
La derrota de Bonaparte en Waterloo parecía augurar buenos tiempos para la industria de Burton y su contundentes y dulces Ales Marrones, pero con lo que no contaban era con los planes del nuevo zar Alejandro I para la economía de Rusia. Detrás de ellos estaban Mikhail Speransky y sobre todo su asesor, el célebre estadista liberal Nikolay Mordvinov, firme creyente en que si un pueblo solo tuviese agricultores o comerciantes permanecería en la pobreza y lo más importante, nunca sería libre porque dependería de otros países para la satisfacción de sus primeras necesidades.
Mordvinov defendía, una economía basada en las manufacturas, la libre empresa y la propiedad privada, objetivos que solo creía posibles de lograr si se implantaban tasas aduaneras proteccionistas.
Aun siendo un anglófilo declarado y un admirador de Adam Smith, Mordvinov influyó en la nueva legislación arancelaria rusa que se testaría en 1816 y finalmente entraría en funcionamiento de forma efectiva en marzo de 1822. Las normas lesionaron el libre comercio y afectaron muy directamente a las exportaciones británicas.
A partir de ese momento vender Ale en Rusia se hizo imposible — por el contrario, la Porter no estaba gravada— y los cerveceros de las Islas tuvieron que replantearse su negocio. Tal como dice el escritor cervecero Martyn Cornell, el ucase del zar de 1822 tuvo dos resultados importantes en lo que respecta a la historia cervecera moderna: alentó a los fabricantes de Burton a buscar nuevos mercados y animó a los de Londres especializados en Porter a seguir elaborando cervezas negras extremadamente fuertes para enviar masivamente a San Petersburgo.
En el caso de los cerveceros de Burton se produjo una de esas afortunadas coincidencias tan habituales en la historia cervecera. La famosa reunión entre el cervecero Samuel Allsopp y el director de Compañía de las Indias Orientales fructificó en 1822 en un perfeccionamiento de las Pale Ales elaboradas expresamente para el mercado de la India.
El éxito fue tal que en menos de 15 años ya nadie se acordaba del hombre que había dominado el negocio de la cerveza en ese mercado. Sin duda, Hodgson fue una víctima de la imparable fuerza de la historia, imparable, aunque sea rusa.