Si bien esta primavera de 2025 ha sido inusitadamente fría y lluviosa en gran parte de la España peninsular no nos debemos llevar a engaño y el verano y sus olas de calor amenazan, salvo nueva sorpresa, con llegar en las próximas semanas. Sol, terraza y una fresca cerveza es una imagen que aparece estrechamente unida a los meses estivales.
El problema surge cuando no se está cerca del local favorito que pueda servir la bebida en el punto exacto de temperatura o no se dispone de tiempo para parar a disfrutar de ella. El comprensible deseo que cualquiera puede tener de disfrutar de una bebida fría en cualquier momento queda entonces insatisfecho. O, a lo sumo, depende de la previsión de contar con una clásica nevera portátil, un enfriador específico o una guantera climatizada en el coche.
Marcas de refrescos y cerveceros llevan años invirtiendo en proyectos buscando el desarrollo de una lata autoenfriable. Fondos invertidos sin éxito. Sin embargo, donde los departamentos de I+D+I de éstas han fracasado, un productor independiente parece haber dado con la clave del éxito. Así, la startup londinense deltaH Innovations promociona su lata autoenfriable Cool Can bajo la premisa de haber logrado la meta tanto tiempo perseguido.
La que aparentemente es una lata como cualquier otra de las que se vende en supermercados cuenta con la sorprendente y largamente añorada tecnología que la hace enfriarse por sí sola en unos dos minutos. Según la empresa, la lata puede alcanzar casi instantáneamente los 6ºC. Ya esté su contenido a temperatura ambiente, ya esté más caliente, su Cool Can puede pasar a 6º o 7º solo pulsando un interruptor que tiene en la base y que permite accionar su tecnología.
El proceso es aparentemente sencillo: en su base, el recipiente de aluminio contiene agua que, al apretar el botón, se mezcla con una composición de sales incrustadas en las paredes de la propia lata. Todo ello sirve para desencadenar la reacción que habilita que el envase metálico se enfríe casi al instante. Un sistema que, además, es capaz de mantener esta baja temperatura durante 45 minutos.
Una lata de cerveza que aúna diseño, tecnología y ecología
Para aquellos que tengan dudas sobre el posible trasvase de sabores de la lata al líquido, el fabricante garantiza que todos los componentes que activan el proceso de enfriamiento de la Cool Can están separados de la bebida, por lo que se garantiza que esta permanece inalterada. Esos componentes salinos no afectarán al disfrute del producto y no irán más allá del objetivo principal: enfriar.
Además, para que los usuarios sepan que la lata ya está a la temperatura perfecta para su consumo, desde deltaH Innovations han incorporado un símbolo de copo de nieve en la parte baja y lateral del envase. El copo pasa de color blanco a color azul cuando el enfriado está listo. Una herramienta ingeniosa y muy visual que aúna diseño y tecnología.
Igualmente, por si los aparentes beneficios no fuesen ya bastantes, desde la compañía proclaman que su diseño está pensado para garantizar la sostenibilidad. Su Cool Can es 100% reciclable. El aluminio con el que se fabrica también es reciclado y la innovadora reacción que se genera en las paredes de las latas es totalmente ecológica. El envase se puede desechar como cualquier lata de bebida normal. A tenor de lo expuesto, esto supondrá, de forma directa, una reducción de las emisiones de carbono por lata en las cadenas de suministro de entre un 20 a 40%, aproximadamente. De forma indirecta, esta tecnología sin electricidad, ni cables, y sin refrigeración externa permitirá también reducir la dependencia de aparatos refrigeradores que actualmente representan el 17 % del consumo eléctrico mundial.
Según estudios de deltaH Innovations el mercado está más que predispuesto a demandar y acoger favorablemente su creación. Tras una encuesta realizada entre un centenar de estudiantes de la Universidad de Nottingham Trent el 81% de los participantes afirmó que preferiría una lata autoenfriable a una lata normal para beber fuera de casa, mientras que el 73 % se mostró dispuesto a pagar más si la alternativa era una bebida fría. En el mundo se consumen al año aproximadamente unos 190.000 millones de latas de bebida al aire libre.
Estas latas no suelen estar refrigeradas pese a que la mayoría de los consumidores las disfrutaría más a una temperatura más baja. La llegada de la Cool Can resuelve este problema, tal y como indican desde deltaH Innovations, y lo hace “tanto para los consumidores como para las marcas, ya que se enfría en cualquier lugar con un simple toque en la base”. Por el momento, la patente de todo este innovador sistema está en fase de aprobación por lo que habrá que esperar un poco para encontrar la lata autoenfriable en las estanterías de nuestro punto de venta de referencia.
James Vyse: el mixólogo que soñó con una bebida siempre fría
A tenor de todo lo anterior, es indiscutible que de obtener el visto bueno estaríamos ante una auténtica revolución del mercado y del consumo. El frescor máximo en unos pocos segundos pulsando solo un botón supondría poner patas arriba el suministro de bebidas convencional. La transformación incidiría en todos los niveles: desde el consumo de bebidas en festivales de música, al ocio en espacios como la montaña y la playa, pasando por alterar las dinámicas en el transporte desde cadenas de envasado o la forma de servido en pubs, restaurantes y locales en general.
De hecho, James Vyse, nombre propio tras deltaH Innovations, es un londinense que se dedicaba a la mixología y que se ganaba la vida preparando cócteles en locales de lujo. El germen de la Cool Can lo encontramos entonces y en la frustración que le generaba al fundador que antes de terminar de elaborar sus recetas, la mezcla ya se hubiese calentado.
La necesidad de encontrar una vía que permitiese el autoenfriado de las bebidas lo llevó a emprender este proyecto y a numerosos intentos fallidos hasta que cristalizó en el resultado que ahora se anuncia y atrae atención. Sin experiencia en ingeniería, desde su cuarto, y simplemente a base de constancia e incontables prototipos-más de medio millar- encontró la respuesta que proyectos millonarios habían aparcado por imposible.
En cuanto a los fondos para operar, deltaH Innovations puso en marcha una campaña de financiación colectiva que duplicó con creces su objetivo inicial, recaudando 300.000 libras de 360 inversores en agosto del pasado año.
Ahora, y en previsión de obtener el visto bueno a su patente, la empresa ha acelerado la producción de estas latas, El sistema, además, puede ser extensible a otra clase de envases como bolsas, botellas o cartones, por lo que fabricantes de bebidas y grandes cadenas de alimentación ya han mostrado interés.
Tocará estar atento a los últimos pasos. Todo apunta a que con la llegada definitiva de Cool Can más de uno agradecerá dejar de cargar con una nevera hasta la orilla del mar. Si a ello le sumamos las ventajas ecológicas enumeradas en un mercado cada vez más concienciado en el impacto cero medioambiental estamos, sin duda, ante un proyecto que tiene todas las papeletas para triunfar y revolucionar todo lo que hasta ahora dábamos por hecho.
En eso consiste en gran medida la tecnología: en facilitar y mejorar nuestro día a día con gestos aparentemente sencillos que hace no demasiado se tildaban como imposibles o propios de historias de un lejano futuro.
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