Aunque en muchas ocasiones han sido los consumidores o los escritores los que han dado nombre a las cervezas, una vez que la producción de estas se convirtió en una actividad comercial, fueron las autoridades las que buscaron una forma de clasificarlas. Como puede intuirse, su fin último era la recaudación de impuestos.
En Mesopotamia y Egipto, los cerveceros distinguían sus cervezas en función de su fortaleza, color o ingredientes, pero no tenemos constancia de que su gravamen estuviese ligado a alguna de estas características. De lo que sí hay registros es de la obligación que tenían los cerveceros de ceder una parte de la producción a las autoridades civiles y religiosas.
El recaudador de los pantalones de cuero
Se sabe que las primeras clasificaciones de las cervezas se hacían en función del contenido en alcohol que tuviese. Lógicamente, aquellas con un mayor contenido pagaban más impuestos. Es legendaria, por ejemplo, la figura del cobrador de impuestos que vestía pantalones de cuero. El recaudador no probaba la cerveza sino que la vertía en un banco de madera y se sentaba en ella un buen rato. Dependiendo de lo pegajosos que estuviesen sus pantalones cuando se levantaba podía determinar el contenido de alcohol y tasar la cerveza con el importe adecuado.
Para evitar este trabajo, y la pérdida de cerveza, los productores empezaron a clasificar sus cervezas con un sistema de “equis”. Así, una cerveza marcada con “x” era la más suave; mientras que la más fuerte lucía “XXXX”. De esta fórmula es heredera la denominación doble, triple y quádruple habitual en Bélgica y Holanda.
No hay duda de que la fórmula de clasificar la cerveza por su nivel de alcohol es la que más gustó a las autoridades. Británicos y alemanes comenzaron a implantarla a medida que los descubrimientos científicos del siglo XIX permitieron calcular con precisión cuánto alcohol tenía una cerveza.
El densímetro o hidrómetro
Especialmente valiosa fue la invención del densímetro o hidrómetro, que mide la densidad relativa (lo pesado que es un líquido en comparación con el agua) en bebidas alcohólicas y otros líquidos. Los legisladores alemanes comenzaron muy pronto a aplicar el método científico y el actual sistema impositivo de la cerveza en ese país, el Biersteuergesetz, distingue: Einfachbier (entre 0,5 y 3% de alcohol), Schankbier (entre 3 y un 4,5%); Volbier (entre 4,4 y 5,5%) y Starkbier (más de un 6%).
En España se distinguen actualmente 4 categorías, divididas “según el conjunto de ingredientes orgánicos que componen el mosto antes de la fermentación, con excepción del agua». Esta cantidad se expresa en ESP por cada 100 gramos de mosto (extracto seco primitivo) y las categorías resultantes son: cervezas sin alcohol (ESP entre 2 y 4); cervezas tradicionales (ESP no inferior a 11), cervezas especiales (esp no inferior a 13) y cervezas especiales extra (ESP no inferior a 15).