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Probablemente el nombre de William Alton Carter sea desconocido para la mayoría de las personas hoy en día. El pequeño de los cuatro hijos de James Earl Carter, un político que representaba a Sumter County en la Cámara de Representantes de Georgia y su esposa Bessie, enfermera, podría haber sido sólo un vecino más de su comunidad local. Sin embargo, la providencia quiso que su hermano mayor se convirtiese en el 39o presidente de EEUU y él, por ende, llevase al extremo el papel de oveja descarriada de la familia mientras su hermano se sentaba en el despacho oval.

 

Lo cierto es que Billy Carter se autodefinía como el típico paleto sureño, dando el perfil perfecto para alimentar los estereotipos. Había estudiado en la universidad de Emory, servido en los Marines y poseía una participación en el negocio familiar de cacahuetes. Incluso adquirió una gasolinera y una estación de servicio en Plains en 1972 y se ocupó de ella durante una década. Estación que, en su memoria, desde 2009 se ha reconvertido en el Billy Carter Service Station Museum, gracias a la intervención de la Universidad de Georgia.

 

Sobre el papel, todos estos datos parecerían inofensivos, pero eran sus corrosivas declaraciones, ahondando en lo esperable de un red neck, lo que convertían su presencia en un verdadero problema para la imagen del recto y puritano Presidente. Participaba en numerosos espectáculos, mientras se enorgullecía de su imagen de «buen chico bebedor de cerveza». Llegó a contratar a un agente y a hacer apariciones públicas a suerte de 5.000 dólares cada una.

 

Precisamente ese amor abiertamente declarado a esta bebida lo llevó a protagonizar su proyecto más sonado: el de una cerveza bautizada con su nombre, la Billy Beer. Lógicamente, y vistos los antecedentes del personaje, las cosas no evolucionaron como era de esperar. O quizás sí, si lo esperable era que todo fuese mal.

 

La cerveza, como todo lo que rodeaba a Billy Carter pretendía rentabilizar al máximo su parentesco con el presidente y una gran campaña de marketing se desarrolló en torno a su lanzamiento. Tras este proyecto se encontraba Falls City Brewing, una fábrica fundada en 1905 por Ben Schrader, contando con el apoyo de dueños de tabernas y tenderos locales que logró gran popularidad en sus primeros años en Louisville. Durante la Prohibición la compañía había sobrevivido, e incluso prosperado, gracias a la comercialización de hielo, refrescos y sucedáneos de cerveza y en la década de los 40 y 50 era uno de los grandes nombres en esa región del país llegando a producir hasta 750.000 barriles al año.

 

Sin embargo, marcas como Budweiser o Miller le habían comido terreno desde la década de los 60 y proyectos como su último lanzamiento —una cerveza llamada Drummon Bros— no habían revertido la negativa trayectoria. Billy Beer se perfilaba como su último bote salvavidas. Apostaron su suerte al famoso “paleto bebedor de cerveza” y muchos afirman que Billy Carter llegó a recibir 50.000 dólares por permitir el uso de su nombre en la misma y por acudir a los actos de promoción. Incluso se le dio a probar distintas recetas y en su mano estuvo la elección de la definitiva. A la vista de los resultados cometieron errores en todos los puntos del acuerdo.

 

Por un lado, Billy demostró ser un embajador nefasto. En los actos a los que acudía aparecía borracho e incluso llegó a afirmar públicamente que él seguía bebiendo Pabst Blue Ribbon y no la Billy Beer. Por otro lado, como catador demostró ser igual de terrible. O quizás estar igual de ebrio que en las promociones el día que tuvo que escoger la receta. Toda la expectativa que se había generado con la puesta a la venta de la cerveza se diluyó al primer trago. Falls City Brewing, que ante la perspectiva

 

de una amplia demanda incluso había contactado con Cold Spring de Minnesota, Pearl Brewing de Texas y la West End de New York a efectos de producir allí más partidas, pronto descubrió que la previsión había sido demasiado optimista.

 

Cuando en noviembre de 1977 los primeros consumidores catan la Billy Beer las críticas son demoledoras. Finalmente, y once meses después de su salida al mercado, Falls City Brewing cerró sus puertas y fue adquirida por la G. Wisconsin Heileman Brewing, que continuó elaborando todas sus marcas excepto la Billy.

 

El futuro de Billy no fue mucho más halagüeño y se vio especialmente ensombrecido por sus contactos con el Gobierno libio que forzaron a una investigación en el bautizado por la prensa como Billygate.