La vida de San Patricio es rica en mitos y leyendas, algunas de ellas con bastante relación con la cerveza. Quizás la que con más frecuencia se repite sea la que dice que el santo, al igual que haría Carlos V diez siglos más tarde, viajaba con su propio maestro cervecero; Mescan, un monje que con su buen hacer en la elaboración de cerveza contribuyó a atraer a paganos a la fe cristiana.
En el patronato de Irlanda San Patricio no está solo, lo acompaña Santa Brígida de Kildare. La santa — conocida familiarmente como bride — fundó monasterios, conventos y escuelas, pero también tuvo tiempo para suministrar milagrosamente cerveza a sus seguidores.
Se cuenta que, en una ocasión, mientras atendía a una colonia de leprosos, se dio cuenta de que la cerveza se había acabado. La bebida cumplía una función muy importante en la dieta de la isla ya que, además de alimentar, era garantía de salubridad al estar contaminados muchos riachuelos y manantiales.
Lejos de desanimarse, Brígida obró el milagro y consiguió que el agua sucia que los enfermos usaban para asearse se convirtiese en una cerveza de calidad excepcional. La santa debió dominar tanto el asunto de la transmutación que lo repitió en diferentes lugares con idéntico éxito. No contenta con eso, en otra ocasión, emulando a Jesús, abordó la multiplicación, pero en lugar de pescado el objeto de su pericia fue la cerveza.
Una congregación local se dirigió a Brígida preocupada porque solo disponía de un barril de cerveza, cantidad insuficiente para abastecer a toda la comunidad. La santa hizo que el tonel bastase para que bebiesen los feligreses de dieciocho parroquias desde el Jueves Santo hasta el final de la Pascua.
Es evidente que los irlandeses sabían que Brígida se sentía cómoda con la cerveza de ahí que en el siglo X le dedicasen un poema en el que se recoge su respuesta a la pregunta de cómo es el cielo. Para ella era un lugar en el que habría un lago de cerveza y todos estarían bebiendo, cantando y bailando. ¿Quién no querría pasar la eternidad en un lugar así?
Esta visión tan alegre y festiva de Santa Brígida contrasta con la evolución que tuvo la Iglesia católica en Irlanda los siglos siguientes. Es una imagen que también apoya la teoría de Pamela Berger o Daithí Ógahin, historiadores que defienden que los monjes cristianos adaptaron figuras como la diosa pagana Brigid o la de una druidesa celta a sus intereses.
Afirmación que podría ser corroborada por la coincidencia de la celebración cristiana con el primer día de la primavera celta o con algún cuento irlandés como el Mesca Ulaid del Ciclo del Úlster. En esta narración del siglo XII se describe un banquete similar al que propone Santa Brígida en el paraíso, y en el que, como no podía ser de otra forma al tratarse de irlandeses, también abunda la cerveza.
Sláinte.
Poema del siglo X dedicado a Santa Brígida
I’d like to give a lake of beer to God.
I’d love the heavenly
Host to be tippling there
For all eternity.
I’d love the men of Heaven to live with me, To dance and sing.
If they wanted, I’d put at their disposal Vats of suffering.
White cups of love I’d give them
With a heart and a half;
Sweet pitchers of mercy I’d offer
To every man.
I’d make Heaven a cheerful spot
Because the happy heart is true.
I’d make the men contented for their own sake. I’d like Jesus to love me too.
I’d like the people of heaven to gather From all the parishes around.
I’d give a special welcome to the women, The three Marys of great renown.
I’d sit with the men, the women and God There by the lake of beer.
We’d be drinking good health forever And every drop would be a prayer.

Comentarios