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De un tiempo a esta parte, nos encontramos de manera más habitual, con una mayor oferta de cervezas y estilos, que, en una gran mayoría de casos, son poco o nada conocidos para el común de los consumidores. Entre esta amplia variedad, vemos muchos nombres curiosos que nos pueden evocar cuanto menos cierta curiosidad o extrañeza, como es el caso de las Milk Stout, que traducido literalmente quiere decir “stout de leche”, o lo que es lo mismo, una cerveza negra de leche.

 

Lo primero que podemos pensar es que estas cervezas, efectivamente lleven leche entre sus ingredientes, pero ¿es esto del todo cierto? Pues realmente no, así que lamentándolo mucho debemos deciros que no podemos sustituir nuestro café o nuestro vaso matutino de leche por una Milk Stout, o sí, si te gusta desayunar de manera atrevida.

 

Lo que realmente llevan estas cervezas, y de ahí que se le asocie este nombre, es lactosa, o lo que viene a ser lo mismo, el azúcar principal que encontramos en la leche. Pero vamos a retroceder unos cuantos años en el tiempo para explicar el por qué de esto y cómo surgieron estas cervezas.

 

Como bien indica su nombre, estas cervezas proceden de la familia Stout, las cervezas oscuras por excelencia que evolucionaron a partir del clásico estilo Porter inglés en los s. XVIII y XIX. Las Milk Stout tuvieron su primera aparición, documentada, en el año 1907, de la mano de la Mackeson Brewery, actualmente propiedad de Whitbread, cuando lanzó una cerveza negra (stout) en cuya etiqueta se mostraba un batidor de leche.

 

No obstante, las Milk Stout, no alcanzaron fama hasta pasada la II Guerra Mundial, donde se la empezó a conocer también por el nombre de Cream Stout o Sweet Stout. Era habitual por aquel entonces que estas cervezas, bajas en contenido alcohólico y muy suaves en boca, se comercializasen como una bebida saludable que, durante un tiempo, incluso fue recetada o recomendada tanto para madres lactantes y personas inválidas como para deportistas.

 

Tras la II Guerra Mundial, llegó un fuerte periodo de escasez y racionamiento de alimentos, por lo que el gobierno británico prohibió mencionar la palabra milk (leche) en las etiquetas de estas cervezas, ya que realmente no contenían esta materia prima y entendían que podía llevar a engaños entre la población que pasaba tiempos de hambruna.

 

A finales del s. XX, la fama de las Milk Stout cayó en picado en Reino Unido, pero curiosamente fue en un país africano, Sudáfrica, donde encontró una buena aceptación, elaborándose por ejemplo la Castle Milk Stout, una cerveza que perdura hoy en día hasta en 9 países de ese continente.

 

 

¿Cómo es una Milk Stout?

 

 

En cuanto a la parte más técnica de estas cervezas cabe mencionar que el azúcar de la leche, la lactosa, no es fermentable por las levaduras cerveceras, y en consecuencia, lo que hace, es aportar cuerpo, generando una sensación más “cremosa” en boca, así como un suave dulzor a la cerveza. En cuanto al resto de ingredientes, las maltas tostadas aportan aromas y sabores a chocolate y café, y el lúpulo tiene un protagonismo muy anecdótico en estas cervezas, salvo por un ligero amargor final en boca que da cierto equilibrio a ese dulzor inicial, haciendo que la cerveza no resulte para nada empalagosa.

 

Como bien sabéis, en Fábrica de Cervezas acabamos de lanzar nuestra propia Milk Stout de cercanía, utilizando lactosa procedente de granjas 100% gallegas, cuyas vacas han sido alimentadas con el bagazo resultante de nuestras elaboraciones en fábrica.

 

Para la elaboración de esta cerveza hemos añadido la lactosa en la caldera de ebullición, consiguiendo una suave textura sedosa. Utilizamos siete maltas diferentes, entre ellas maltas tostadas, significativamente presentes, y que caracterizan el color y perfil aromático de esta cerveza, acompañado por el lúpulo Huell Melon que lo complementa con suaves matices afrutados y resinosos.​

Nuestra MMMMilk Stout

 

 

En cuanto a su apariencia, estamos ante una cerveza de un color marrón oscuro con reflejos rubí. Cremosa espuma de color beige, de buena retención. En aroma predominan las notas maltosas y torrefactas, que evocan al café y la cascarilla de cacao, acompañadas de ligeras notas a frutos secos. El aroma del lúpulo se presenta con ligeras notas afrutadas que recuerdan la fruta de hueso y un leve fondo resinoso. En boca inicia con una entrada ligeramente dulce que da paso enseguida al sabor más torrefacto, terminando en un amargor ciertamente moderado. Una cerveza de cuerpo ligero, con tan solo 3,9 % de volumen alcohólico, textura sedosa, suave carbonatación y final seco.

 

Para acompañarla nos atrevemos a recomendarla con un rico plato de ostras o zamburiñas, para combinar este fresco sabor marino con el amargor y las notas torrefactas de la cerveza. También el más clásico estofado de ternera puede ser una excelente opción, y como postre, una buena tarta de queso con mermelada de higos.

 

Como veis, en cualquier caso, resulta especialmente apetecible, por lo que os invitamos a que probéis esta nueva creación y la disfrutéis con todos y cada uno de vuestros sentidos y por supuesto, en muy buena compañía.

 

¡Salud!