Por otra parte, un gobierno británico tensionado por los movimientos independentistas, no impuso en la isla esmeralda las restricciones que obligaban a los cerveceros ingleses a dejar de utilizar maltas tostadas por el elevado consumo de energía que conllevaba. Sin esta limitación, los fabricantes de Dublín y Cork expandieron sus cervezas negras por todo el globo, disfrutando de gran aceptación en todos los continentes.
La Stout se convirtió en una especialidad que aún perdura en la actualidad y junto a la interpretación local de la Ale da forma al acervo cervecero irlandés. De color ambarino rojizo, moderado contenido en alcohol, ligero carácter a malta y sin apenas presencia de lúpulo, la Irish Ale o Ale Roja Irlandesa es una magnífica cerveza de sesión que merece ser descubierta. Muy fácil de beber e ideal para una tarde en el pub.
Scottish Ales
En pocos lugares como Escocia las características geográficas determinaron tanto en la conformación de sus estilos cerveceros. La abundancia de plantas silvestres aromáticas, buenas cosechas de cereales como la avena, el tradicional uso de la turba como combustible y la dificultad para cultivar lúpulo en la región hicieron que durante bastantes siglos el trabajo de los cerveceros de las Highlands fuese muy diferente al de sus colegas ingleses.
La conformación del Reino Unido como nación y la llegada de la Revolución Industrial atenuaron las diferencias, pero la falta de complejos de los escoceses en materia cervecera ha llegado hasta nuestros días, sirviendo de inspiración para una nueva generación de productores que abanderan el movimiento craft.
Aunque ya desde la antigüedad Edimburgo era un importante centro dedicado a la producción de fermentados de cereal, fue a partir del siglo XIX cuando se convirtió en una de la grandes capitales cerveceras del planeta, con medio centenar de fábricas operando. Esto se debió a un boyante mercado exterior y al buen comportamiento de su agua con los diferentes estilos que se producían en la ciudad.
Y si hablamos de estilos en Escocia es imprescindible mencionar la clasificación basada en los “Shillings” o “chelines”, sistema que ha conducido a más de un error. Las cifras 60, 80, 90 o 120 acompañadas del símbolo “/-“ con que se rotulaban los barriles en los pubs indicaban el impuesto con el que estaba gravada cada cerveza. Esa tasa se establecía en función de su alcohol y lógicamente permitía aventurar algunas de las características de una Ale que generalmente era más maltosa y oscura que la Pale Ale inglesa, pero con un contenido de lúpulo muy inferior.
Hoy en día algunos cerveceros escoceses siguen usando en sus etiquetas el sistema de chelines como un recuerdo del pasado mientras que otros prefieren optar por la denominación “Light”, “Strong”, “Export” o “Wee Heavy”. Las cuatro categorías cubren un espectro que va del 2,5% de alcohol de las más suaves al 10% de la compleja y dulce heavy.
Reconocimiento aparte merece el carácter visionario de algunos cerveceros que fueron pioneros en la introducción en sus fábricas de los avances científicos y técnicos de finales del XIX. Destacó el apoyo de la familia Younger de Edimburgo a los descubrimientos de Pasteur y la producción a gran escala de Lager de los Tennent de Glasgow.