Este mes de julio, la abadía trapense de Orval tendría que celebrar su novecientos cincuenta aniversario, pero dada la situación actual los monjes han decidido trasladar los actos a 2021.
Los orígenes de este centro de vital importancia para el mundo de la cerveza se remontan al 1070, año en el que un grupo de religiosos provenientes de Italia se estableció en las tierras cedidas por el conde Arnould de Chiny en el sur de Bélgica. La historia de Orval ha estado plagada de momentos dramáticos, con épocas de miseria, destrucción e incluso prolongados períodos de abandono del emplazamiento. Las ruinas actuales no son únicamente las cicatrices más evidentes de esta dura travesía, en ellas nació la actividad cervecera. En 1931, buscando una fuente de recursos para la reconstrucción de la abadía, los monjes comenzaron a fabricar cerveza.
A diferencia de otros miembros de la orden Trapense, en Orval se comercializa una única cerveza, un producto de marcado carácter ácido y afrutado que goza de una de las mayores consideraciones.