Para todos los libros de historia, la principal consecuencia de la Guerra Franco-Prusiana (que se inició el 19 de julio de 1870) fue la configuración de Alemania como potencia mundial. Pero el conflicto también fue determinante para la evolución del sector cervecero, para la historia de la cerveza. Otto von Bismarck demostró que en la guerra moderna la tecnología y el rápido movimiento de tropas era imprescindible. Para llevar a sus soldados al frente, el ”Canciller de Hierro” usó intensivamente el ferrocarril. Esta red, tras la derrota de Francia, sería utilizada para transportar cervezas Lager y Pilsner por todo el continente.
El Período Meiji de Japón estuvo marcado por la modernización del país y su conformación como potencia mundial. El emperador favoreció la occidentalización, gracias a la cual llegaron asesores de todo el mundo. Entre ellos estaba William Copeland, un cervecero estadounidense de origen noruego. En el verano de 1870 estableció la primera fábrica de cerveza de Japón.
Copeland llegó a Yokohama en 1864, y seis años después creó su fábrica de cerveza. La situó al lado de un manantial natural, junto al estanque Amanuma, donde cavó una cueva y usó su baja temperatura para madurar sus cervezas. La Spring Valley Brewery producía tres cervezas diferentes de estilo alemán y se vendían principalmente en las tabernas locales de Yokohama. Pero uno de sus principales mercados era también la ciudad de Nagasaki, que quedaría arrasada por la bomba atómica 75 años más tarde.
La Spring Valley Brewery fue también el germen de Kirin Brewery Company, uno de los gigantes cerveceros japoneses de la actualidad, después de que la fábrica se vendiera a un grupo de inversores ingleses y japoneses.