Conocida como la Roma eslovaca por la cantidad de iglesias y catedrales que acoge, la cerveza, y más concretamente la malta, también ha tenido una gran importancia en Trnava.
Las primeras referencias a la producción de malta en Trnava se remontan como mínimo al siglo XIV. En 1395, cuando una de las cinco puertas de la ciudad se denominaba Puerta de la Maltería, ya había cinco malterías operando en la zona. En los siglos siguientes encontramos numerosas menciones a la tradición cervecera de Trnava, que en 1752 recibió la autorización real para construir una nueva cervecería junto a la antigua, cuya capacidad ya no era suficiente y se centró gradualmente solo en la producción de malta, dando constancia de la creciente importancia del cereal sobre el lúpulo ---que también se cultivaba---.
Por esa razón comenzaron a celebrarse importantes mercados en fechas muy concretas del año en los que los agricultores y las cooperativas vendían su cebada cervecera.
Seguramente a estas alturas alguno de nuestros lectores ya se estará preguntando qué hizo que la malta fuese tan importante en Trnava. La respuesta es bastante sencilla: un suelo de tierra muy oscura y un clima especial influyen en la cebada cultivada, que se distingue por su calidad y carácter. Debido al clima cálido y seco y a las condiciones del suelo de esta zona, los granos de las espigas de dos hileras tienen un tamaño considerable, alcanzando una longitud de 8 a 10 milímetros.
El cereal se convierte en Trnavský slad, una malta tipo Pilsner que destaca porque su contenido en almidón es muy superior a la media gracias a la menor presencia de nitrógeno en el grano, lo que garantiza a los cerveceros una mayor extractabilidad, que a menudo supera el 83%, llegando excepcionalmente hasta el 85%.
Trnavský slad y el reconocimiento europeo a la malta eslovaca
Poco conocida fuera del ámbito especializado y pese a su pequeña superficie, Eslovaquia es uno de los diez mayores exportadores de malta del mundo, ocupando el quinto puesto en la UE tras Francia, Bélgica, Alemania y Países Bajos. La malta es uno de los productos de exportación procesados más importantes del país, con un valor aproximado de 130 millones de euros anuales.
- Las siete plantas de malteado eslovacas producen alrededor de 280.000 toneladas al año, provenientes de más de 500 agricultores que cultivan más de 370.000 toneladas de cebada cervecera.
- Cubren la demanda de malta no solo de todas las cervecerías, sino también de los molinos, ya que se añade como un valioso ingrediente a las harinas para productos de panadería y pastelería.
Estas cifras se complementan con un hecho del que está especialmente orgullosa la industria cervecera del país: Eslovaquia se convierte en el único Estado miembro de la UE que posee dos maltas con Indicación Geográfica Protegida (IGP). La segunda de ellas acaba de conseguirlo, y como habréis podido suponer proviene de Trnava.
- El proceso de solicitud para la Trnavský slad fue iniciado por la compañía Lycos Malt, con sede en Trnava, y duró más de cuatro años.
- Contó con la colaboración de expertos agrícolas y la Oficina Eslovaca de la Propiedad Industrial.
- Juraj Čajko, quien ha dedicado toda su vida a la elaboración de cerveza y producción de malta, trabajó activamente en la obtención de los materiales necesarios para obtener esta reconocida marca de calidad europea.
Este camino no fue fácil: definir la IGP implicó desde delimitar la zona de cultivo hasta fijar parámetros estrictos sobre cómo se producía, qué tecnologías se usaban y qué variedades de cebada cumplían con la tradición local.
Según Juraj Krajčovič, director comercial de Lycos Malt, la IGP es un testimonio de la larga tradición y la calidad del Trnavský slad, arraigada tanto en el clima y el suelo únicos de la llanura de Trnava como en siglos de experiencia local.
En declaraciones a Radio Slovakia International, Krajčovič destacó que la indicación geográfica protegida de un producto conlleva también responsabilidad en su producción:
«Como la tendencia de todos nuestros compradores es reducir su huella de carbono, hemos podido convencer a nuestros agricultores para que produzcan cebada sostenible durante un par de años. Probablemente ya tendremos cebada 100% sostenible a partir de la próxima cosecha. Al mismo tiempo, nos enfrentamos probablemente a la mayor inversión de la historia de nuestras malterías, que consiste en cambiar nuestro método de producción y pasar de los combustibles fósiles a la energía verde».
La Oficina Eslovaca de la Propiedad Industrial reconoce actualmente 11 productos eslovacos con certificación IGP, incluyendo la Levický slad, la otra malta protegida del país. Tres alimentos tradicionales más están a la espera de su registro en la UE. Pavol Gregorčok, director de la oficina, destacó que ningún otro país de la UE ha alcanzado este nivel de reconocimiento para la producción de malta.
¿Qué es una Indicación Geográfica Protegida?
Las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) forman parte de las políticas de calidad de la UE. Otorgan derechos de propiedad intelectual a productos que poseen cualidades, reputación u otra característica atribuida a su origen geográfico, y como mínimo una de sus fases de producción, transformación o elaboración se hace en la zona geográfica definida.
En el marco cervecero, este año la malta Trnavský slad se ha unido a las Flemish Red-Brown, las cervezas flamencas de color marrón rojizo elaboradas exclusivamente en ocho cervecerías de Flandes Occidental, incluyendo ciudades como Roeselare, Tielt e Ichtegem.
Los cerveceros muniqueses fueron pioneros en detectar la importancia de la IGP como elemento de comunicación. Hace más de veinte años consiguieron el sello para sus Münchener Biers, las cervezas de cualquier estilo producidas en la capital bávara con agua extraída de pozos profundos en el subsuelo rocoso de la ciudad ---lo que contribuye a su calidad---. Le siguieron los checos, que también lo pudieron lucir en las botellas de su Ceskobudejovické Pivo, la cerveza de baja fermentación elaborada en la ciudad de České Budějovice (Budweis) y sus alrededores, en la región de Bohemia del Sur, con malta de Moravia, agua de pozos artesianos de más de 300 metros de profundidad y lúpulo aromático Saaz.
La obtención de la IGP para la malta de Trnava, la Flemish Red-Brown, la Münchener Bier o la Ceskobudejovické Pivo no es solo un reconocimiento: es una plataforma para diferenciarse en un mercado global, donde los consumidores buscan autenticidad, origen controlado y sostenibilidad.
La obtención de la IGP para el Trnavský slad es mucho más que un sello: es el reconocimiento a siglos de tradición, al cuidado de la tierra y al trabajo de quienes creen que la cerveza empieza mucho antes de llenar un vaso. Es un recordatorio de que detrás de cada sorbo hay historias de esfuerzo, identidad y pasión.
Si quieres seguir viajando por este universo donde la cerveza conecta culturas y personas, no te pierdas lo que tenemos preparado en nuestro blog sobre cerveza Amantes cerveceros. ¡Ven y descúbrelo!