Prácticamente cada año se descubren nuevos vestigios que establecen los orígenes de las bebidas fermentadas varios pasos más atrás. Uno de los últimos hallazgos, obtenido gracias a análisis químicos, nos ha desvelado que hace 9.000 años, en una región de la actual China, ya se elaboraba una bebida fermentada a base de miel, fruta y sobre todo arroz, un cereal inseparable de las culturas orientales.
Aunque algunos arqueólogos sostienen que las primeras bebidas fermentadas estaban producidas exclusivamente con frutas y bayas —y no con cereales—, cada vez son más los que creen que el origen del vino y la cerveza pueden ser establecidos en el mismo periodo. Este origen se encontraría en los albores de la humanidad.
Probablemente los hombres del Paleolítico descubrieron de forma accidental que si dejaban olvidados en determinados lugares recipientes que contenían zumos de frutas o sopas de cereal, esos líquidos se convertían mágicamente en una bebida que alteraba la mente, favoreciendo la comunicación.
Los antropólogos creen que la elaboración de bebidas también contribuyó a estructurar las sociedades tribales. Mientras los miembros más fuertes de la tribu se dedicarían a la caza, los más débiles y las mujeres se centrarían en la recolección y producción de alimentos, entre ellos la cerveza