Tratamientos de salud y belleza a base de cerveza

Copa de cerveza con un cartel de sauna detrás

En la última década han surgido hoteles y balnearios en los que la cerveza es la protagonista. Muchos de ellos sirven como goloso remate para una experiencia de inmersión en las actividades de las fábricas que ofrecen visitas. Otros exploran las posibilidades del uso de los ingredientes usados en la producción –o la propia cerveza- en tratamientos de salud y belleza.

Los programas de estos spas cerveceros incluyen masajes, tratamientos curativos y baños en los que la malta, el lúpulo y la levadura cumplen una función para la que inicialmente no parecían estar destinados pero que, como demuestran numerosos documentos históricos, ya eran conocidos por lo menos cinco siglos atrás.

La República Checa, Alemania y Austria lideran este fenómeno, contabilizando un elevado número de establecimientos especializados. Tres ejemplos especialmente interesantes por haber servido de modelo para otros son los de la cervecería alemana Neuzeller Klosterbräu, la austríaca Starkenberg y el Landhotel Moorhof.

La primera, situada en un monasterio del siglo XII a las afueras de Berlín, se dio a conocer tras la caída del muro por sus “cervezas de baño” y sus “cervezas contra el envejecimiento”, mientras que la austríaca lo hizo por usar su propia cerveza en una piscina instalada en la fábrica. En el caso del Landhotel Moorhof de Salzburgo, la familia propietaria asegura disponer del tratamiento cervecero más completo, comenzando en sus cuatro bañeras de madera, continuando por un jacuzzi y terminando en la mesa con un menú acompañado con cervezas de la región. 

De estas tres ofertas se extrae que la piel es la primera beneficiada de las propiedades de la cerveza. Los responsables de los spas saben que una de las claves es una inmersión a temperatura adecuada, ya que el extracto de cerveza usado normalmente en la preparación de los baños pose una cantidad abundante de malta y lúpulo. Estos elementos son excelentes exfoliantes y purificadores de la dermis, penetrando en ella a través de los poros.

Si focalizamos la atención en cada  ingrediente, un baño solo a base de lúpulos tiene las propiedades precisas para mejorar la salud de los reumáticos, de aquellos que padecen de ciática o de mejorar los problemas de piel. Algunos estudios sostienen que reduce el estrés y el denominado colesterol malo por lo que, en consecuencia, previene los ataques al corazón. También prevendría las dolorosas piedras de riñón y los resfriados. Para potenciar los efectos terapéuticos se recomienda un aclarado con agua mineral y complementar los baños con algún masaje al uso.

De estos, el más peculiar por su resultado visual, es el que usa como base la cerveza negra. Una vez nuestro cuerpo está cubierto de una crema a base de malta tostada debemos permanecer en un relajante reposo para permitir que la piel absorba todas la vitaminas que contiene el cereal, logrando, además de las propiedades antioxidantes, una sedosidad en el cutis sin igual. La responsable de este último aporte es la levadura, el microorganismo posee cualidades que ya eran conocidas por personajes tan importantes como Hildegard von Bingen, la polifacética abadesa alemana que vivió en el siglo XII.

Jabón a base de cerveza

Determinados spas y balnearios ofertan también máscaras faciales formuladas con malta, lúpulo, levadura y otros ingredientes como la crema de queso o la miel. Estos tratamientos han contribuido a la evolución de la llamada cosmética natural. Son productos fabricados con ingredientes naturales como los usados en la cerveza que el cuerpo reconoce y aprovecha, adaptándose a nuestra piel y minimizando posibles alergias. Además, la cosmética natural opera con valores complementarios con la moderna actividad cervecera, principios como la ecología, la sostenibilidad, el consumo responsable o el tratamiento ético a los animales. Valores que cualquier actividad humana debe respetar si quiere estar en sintonía con su entorno.

Cultura de Cerveza

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