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Ya hemos hablado en anteriores artículos de la figura de Michael “The Beerhunter” Jackson; ahora vamos a profundizar en uno de sus mayores logros: Jackson dotó a la cerveza de un vocabulario accesible que permitía describir sus propiedades y cualidades con precisión.

 

Ese lenguaje se generalizó entre profesionales y aficionados desde que publicó The World Guide to Beer, un libro en el que por primera vez en la historia se hablaba de “estilos de ceveza”. Lo hacía en el capítulo “Los estilos clásicos de la cerveza”, en el que Jackson hacía una clara división entre “tipos de cerveza” y “estilos de cerveza”.

 

Para organizar los estilos, los dividió en tres categorías:

 

  1. 1. Cervezas de alta fermentación
  1. 2. Cervezas de baja fermentación
  1. 3. Cervezas elaboradas con trigo

 

Cada grupo recogía ejemplos clásicos de cervezas, describiendo sus propiedades (alcohol, color, ingredientes usados, proceso de elaboración…) y su historia. Casi todos estos ejemplos propuestos por Michael Jackson son los que han dado lugar a los estilos que hoy en día se usan en el mundo de la cerveza.

 

Vista con los ojos actuales, esta clasificación puede resultar algo extraña ya que, aparentemente, no existe ninguna lógica en otorgarle a un ingrediente (el trigo) la misma importancia que al tipo de fermentación.

 

El concepto de “estilos” tuvo tanta repercusión, que otros autores (principalmente en la emergente escena craft estadounidense) lo adoptaron como un estándar. Fueron estos autores —algunos de ellos apasionados elaboradores caseros de cerveza— los que le dieron una vuelta de tuerca a la clasificación, que paso a estar dividida en:

 

  1. 1. Cervezas de alta fermentación
  1. 2. Cervezas de baja fermentación
  1. 3. Cervezas de fermentación espontánea

 

En esta tercera categoría se incluían las cervezas que fermentaban por la acción de microorganismos salvajes, es decir sin la inoculación de levadura por parte del cervecero.