1906 fue especialmente importante para la cerveza por diferentes motivos. Todos sabéis que ese año comenzó nuestra historia, pero también fue un momento de grandes cambios para la cerveza alemana. Entre los hechos más destacables de 1906 está el nacimiento oficial del estilo Kölsch, pero sobre todo es remarcable por la implantación en toda Alemania de la Reinheitsgebot, la Ley de la Pureza de la Cerveza.
La imposición de esa norma que limita los ingredientes que pueden usarse en una cerveza, al agua, la malta, el lúpulo y la levadura, trajo consigo la desaparición de algunos estilos y procesos de elaboración. Con la Reiheitsgebot también se dejaron de usar “adjuntos”.
En nuestra Wikibeer definimos los adjuntos como cualquier ingrediente que se añada durante el proceso de elaboración de la cerveza que no sean los citados en la Ley de la Pureza, aunque por lo general hace referencia a los cereales diferentes a la malta. Tal como atestiguan los numerosos documentos administrativos, hasta ese momento, los cerveceros de Alemania usaban en sus recetas ciertas cantidades de arroz y otros sustitutos de la malta, generalmente producidos a partir de fécula de patata y la remolacha, importantes fuentes de almidón.
El estudio de esa documentación —vinculada al pago de impuestos— muestra que los adjuntos o sucedáneos de la malta estaban estructurados en varias categorías: arroz, todos los tipos de azúcares, todos los tipos de jarabes y otros sustitutos de la malta. Los papeles también revelan que el uso de sustitutos de malta variaba enormemente dependiendo de la ubicación dentro del país, siendo generalizado en las cervecerías de Hamburgo, Lübeck y Bremen. Curiosamente los adjuntos no se utilizaban en las cervezas de exportación sino mayoritariamente en las destinadas al mercado local.
No son pocos los textos que enarbolan una supuesta defensa de la calidad de la cerveza en la implantación de la Reiheitsgebot. También se ha citado en numerosas ocasiones que detrás de este hecho estuvo una imposición de Baviera para unirse a la joven nación alemana, ya que la ley tenía su origen en ese estado, donde se aplicaba desde 1516.
Si bien es cierto que los bávaros influyeron, poco hay de cierto en que su exigencia estuviese basada en un deseo de conseguir que todo el país respetase sus procesos de elaboración. Los gobernantes de Múnich —entre otras cosas— buscaban favorecer los intereses de sus agricultores y sobre todo a sus comerciantes de malta y lúpulo.
El historiador estadounidense Gregory Casey corrobora esta teoría y va un paso más allá, vinculándola con el expansionismo y militarismo del Kaiser Wilhelm II. Casey sostiene que la Reiheitsgebot se aplicó en toda Alemania en un momento en que el Imperio Alemán estaba activamente «adquiriendo» tierras extranjeras, tal como los británicos y franceses habían «adquirido» las suyas en los siglos anteriores. Alemania estableció colonias en Burundi, Camerún, Namibia, Ruanda, Tanzania y Togo. Puertos ubicados estratégicamente en toda África para apoyar a la nueva flota de destructores y submarinos con la que el Imperio Alemán pretendía terminar con la hegemonía británica.
La construcción de una marina de guerra, la formación de un ejército moderno y la adquisición de colonias requería ingentes cantidades de recursos económicos que solo podían obtenerse mediante impuestos. La Reiheitsgebot entró en vigor al mismo tiempo que la Ley de Reforma Financiera Imperial de 1906, normativa en la que la malta pasó a estar gravada considerablemente para ayudar al esfuerzo bélico. Los cerveceros que tuvieron que usar una mayor cantidad de cereales en sustitución de los adjuntos se vieron obligados a trasladar el sobrecoste a la cerveza y eso trajo consigo una disminución de la producción y el consumo per cápita en los años posteriores a 1906.
Se produjeron protestas, boicots y durante un tiempo algunos consumidores se pasaron a otras bebidas como la sidra, que eran mucho más asequibles que la cerveza. Esas quejas no se limitaron al norte de Alemania, incluso en Baviera hubo altercados, al no poder acceder las clases más bajas a la cerveza más asequible que llegaba de Hamburgo o Bremen.
Gregory Casey concluye que la Reiheitsgebot fue un elemento favorecedor de una situación que desembocaría en la Primera Guerra Mundial. Quizá sea una afirmación algo exagerada, pero no hay duda de que en lo que parece tener una buena dosis de razón es en que detrás de su aplicación no estaba el debate sobre si el uso de sustitutos de la malta constituía una “adulteración de la cerveza”, debate que sí se produjo en Gran Bretaña y Estados Unidos.