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Dada su relación con Múnich, algunos historiadores han concluido que Adolf Hitler era un gran  aficionado a la cerveza. Concretamente dicen que su favorita era la Helles de la Hofbräuhaus, la  cervecería estatal bávara en cuya taberna del centro de Múnich había comenzado su carrera como  orador y agitador político en 1919.  

 

Ya en el poder, el equipo del ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, trató de transmitir la imagen  de un Hitler casto, vegetariano y abstemio, pero documentos encontrados en las últimas décadas  desmienten algunas de esas supuestas cualidades. 

 

Entre toda la información hallada destaca su ficha de recluso de la prisión de Landsberg, donde  estuvo encarcelado tras el fallido “putsch de la cervecería”, golpe de estado del que este 2023 se  cumplen cien años. Hitler permaneció en Landsberg desde el 11 de noviembre de 1923 hasta el 20  de diciembre de 1924; fue poco tiempo y lo pasó en condiciones especialmente cómodas. Así lo  atestigua la carpeta desclasificada en 2015 gracias al trabajo del responsable de los Archivos del  Estado de Núremberg, Peter Fleischmann, que incluye nueve folios escritos por ambos lados que  detallan en qué gastó Hitler su dinero en el economato de la prisión. 

 

El historiador y periodista alemán especializado en la historia del nazismo, Sven Felix Kellerhoff,  analizó detenidamente el inventario y encontró que además de una gran cantidad de mantequilla (34  kilos), azúcar (45 kilos), huevos (515 unidades) y limones (88 piezas), a Hitler no le faltó cerveza en  su celda. 

 

Se registraron 62 botellas en julio, 47 en agosto, 60 en septiembre y 47 nuevamente en octubre.  Apenas hay entradas de noviembre, ni en diciembre hasta una semana antes de Navidad, cuando se  apuntan 34 botellas. Eran botellas de medio litro, por lo que Hitler bebió un promedio de un litro al día.  Según Kellerhoff, que la cerveza estaba destinada exclusivamente al führer se puede inferir del hecho  de que el funcionario de la prisión responsable de la contabilidad hacía una anotación aparte cuando  una de las tres botellas extraídas diariamente estaba destinada al amigo de Hitler, Emil Maurice, quien  poco más tarde se convertiría en el miembro número 2 de las SS.  

 

Para Kellerhoff, su lista de la compra de cerveza en prisión no concuerda con la autodescripción de  ser “completamente abstemio” a finales de octubre de 1925. Por supuesto, sería teóricamente posible  que cambiara radicalmente sus hábitos consumo inmediatamente después de ser excarcelado de  Landsberg en libertad condicional. Sin embargo, no hay evidencia de esto y se sabe que frecuentaba  buenos locales hosteleros de Múnich como el Schelling-Salon, la Osteria Bavaria o el Café Heck.  

 

Precisamente en este último se tomó en 1929 la única imagen ‘robada’ de Hitler. El responsable de  la instantánea en la que se ve a Hitler desprevenido rodeado de otros hombres y botellas de algunas  bebidas fue Tim Gidal, el fotógrafo judío del Munich Ilustrated News, pionero del fotoperiodismo. 

 

La relación de Hitler con las cervecerías de Múnich también estuvo a punto de costarle la vida el 8 de  noviembre de 1939. Ese día, para celebrar el aniversario del putsch dio un discurso en la Bürgerbräukeller de Múnich, la cervecería en la que había comenzado el intento del golpe de estado.  El opositor Georg Elser había colocado una bomba en el lugar, pero Hitler abandonó la taberna antes  de que se produjese la explosión, salvando su vida milagrosamente.  

 

Por otra parte, la Bürgerbräukeller quedó tan dañada que hubo de ser demolida y ya nunca se  reconstruyó. Hoy en día se recuerda en el lugar la figura de Elser en una placa memorial.