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Las barreras francesas para impedir la entrada de productos británicos en el continente europeo nunca fueron suficientes. A la imposibilidad de controlar cientos de kilómetros se le sumó el problema de la entrada de mercancías que aparentemente llegaban de países neutrales o de las colonias, cuando realmente habían sido producidas en Gran Bretaña. Esta situación, también condujo a un bloqueo de Napoleón al comercio de cerveza.

 

En el momento en el que estalló la Revolución Francesa y la posterior toma del poder por parte de Napoleón, la cerveza más popular era la Porter, un estilo que en esos años era más fuerte a lo que estamos acostumbrados en la actualidad. Las Porters de la década de 1770 rondaban el 6.6% de alcohol en volumen y su densidad se situaba en el 1071.

 

Esta información ha llegado a nuestros días porque las grandes cervecerías londinenses especializadas en Porter fueron pioneras en el uso de muchos avances tecnológicos, destacando el termómetro -alrededor de 1760- y el hidrómetro, en 1770. El uso de este último transformó la naturaleza de la Porter cuando el gobierno británico elevó los impuestos a la malta para pagar la guerra contra Napoleón.

 

La primeras Porter se elaboraban exclusivamente con malta marrón, pero con el hidrómetro los cerveceros podían medir con precisión el rendimiento de la malta que usaban, y notaron que la malta marrón, aunque más barata que la malta pálida –la malta Pale-, solo producía aproximadamente dos tercios de la cantidad de material fermentable.

 

Cuando se aumentaron los impuestos a la malta los cerveceros exploraron diferentes opciones para usar menos cereal. Inicialmente optaron por utilizar una proporción de malta pálida y agregar colorante para obtener el tono esperado.

 

El colorante se obtenía de diferentes fuentes y en numerosos casos provocó envenenamientos, de ahí que las autoridades impusiesen un ley en la que solo se permitía el uso de malta y lúpulo en la producción de cerveza.

 

Los impuestos de las Guerras Napoleónicas también propiciaron la aparición de una gran diversidad de Porters, adaptadas a la disponibilidad de ingredientes y a la capacidad económica de los clientes. La más fuerte era la Imperial Stout Porter, con una densidad de 1095, y la más “floja” la Single Stout Porter, en torno a 1066. En medio podíamos encontrarnos la Double Stout Porter -1072- y la Triple Stout Porter -1078-.

 

Una de las grandes fijaciones de Napoleón durante su bloqueo fue el área del Báltico, una de las zonas de mayor tránsito de mercancías para los británicos. La cerveza era una de las grandes exportaciones a los países de la región. Para soportar la dureza de climas tan fríos los cerveceros ingleses habían desarrollado recetas de Ales con mucho cuerpo y un elevado contenido en alcohol.

Frans Hals

Los impuestos y el bloqueo francés hicieron imposible la producción de recetas de esta clase, pero el público de Rusia y el Báltico no estaba dispuesto a renunciar a su bebida preferida. Buscando satisfacer la demanda, los cerveceros locales aprovecharon la oportunidad para crear sus propias versiones. Usando levaduras Lager en lugar de Ale, con un carácter más maltoso, mucho más afrutadas y con menor presencia de las notas tostadas, el resultado se denominó Baltic Porter.

 

En 1807, los británicos dispusieron que todos los barcos de naciones neutrales que atracasen en un puerto británico debían pagar una tasas aduaneras elevadísimas. Los primeros en reaccionar fueron los Estados Unidos. El presidente Jefferson restringió el comercio con Europa, limitando las exportaciones de alimentos y materias primas que tanto necesitaban Inglaterra y Francia. Con esta medida Jefferson pretendía que las dos potencias europeas cambiasen su actitud hacia las naciones neutrales.

 

Para los cerveceros británicos una medida más perjudicial entró en vigor un año después. En 1808 quedaron prohibidas todas las exportaciones inglesas a los Estados Unidos. Sin los mercados europeos y norteamericanos, Gran Bretaña vio disminuidas sus exportaciones significativamente.

 

Las Guerras Napoleónicas también trajeron importantes cambios en el ejército. A las nuevas estrategias en el campo de batalla se sumaron nuevas normas que afectaban a los militares. Ya fuese para infundir una dosis de valor extra o para hacer más agradable el período de reclutamiento de sus tropas, el duque de York complementó el salario con una asignación diaria de cerveza.

 

A finales del siglo XVIII la milicia acantonada en suelo británico recibía cinco pintas de cerveza suave “small beer” por día. Cuando las tropas desembarcaron en el continente para luchar contra Napoleón se perfeccionó la logística para el envío de cerveza y surgieron fábricas dedicadas exclusivamente a suministrar al ejército.

 

Al igual que en las Guerras Coloniales, la tarea de suministrar cerveza en el frente era una tarea complicada y los “casacas rojas” se abastecían en el terreno. En 1811, en medio de la Guerra Peninsular, el duque de Wellington hizo la famosa afirmación: “Los soldados británicos son tipos que se han alistado para beber”.

 

El estilo de cerveza que conserva la mayor conexión militar con esos días es la India Pale Ale. Atribuida al cervecero de Burton, George Hodgson, la IPA nació alrededor de 1790 y fue originalmente una cerveza fuerte, con un elevado contenido en lúpulo que sobrevivía mejor que otras las largas travesías por mar. Sus principales consumidores eran las tropas británicas acantonadas en la India, territorio que había experimentado un importante auge comercial debido al bloqueo de Napoleón.