Micah P. Hinson en sala Hangar para SON

Por David Pérez Marín 

Hasta el verano se tiró al Guadalquivir y nadó a contracorriente, para adelantarse y no perderse el sol de invierno que amanece, en cada una de las canciones de  Micah P. Hinson. Y aunque el asfalto y la piedra aún sudan, la noche cordobesa huele a azahar y la terraza de la sala Hangar, llena hasta la bandera, nos recibe con los brazos abiertos. La expectación se palpa en el ambiente, son tres fechas dentro del ciclo SON Estrella Galicia y Andalucía se ha llevado el gordo con dos conciertos. El genio folk de Memphis primero conquistará Córdoba y después Granada, para terminar despidiéndose en Azpeitia.

Micah P. Hinson en sala Hangar

Los que ya conocen a Mr Hinson saben que, aunque sólo tiene 37 años,  está de vuelta de todo y posee una voz que parece salir del centro de la tierra, además de ser totalmente impredecible cuando pisa un escenario… Cruzamos los dedos y no tardamos en celebrar que, la moneda cae de cara y brilla bien fuerte.

Sube a las tablas tras sus gafas de pasta, acompañado sólo por la aparente timidez que le caracteriza y su inseparable acústica, frase escrita de Woody Guthrie incluida (“This machine kills fascists”), y con pocos preámbulos, comienza a corazón abierto con “Take off that dress for me”. Desnudar canciones a fuego lento y arañarnos por dentro con cada fraseo, de eso irá la inolvidable velada.

Micah P. Hinson en sala Hangar

Trae bajo el brazo su último cancionero, “The Holy Strangers” (2017), ópera folk moderna de la que suenan temas que paran el tiempo, como “Spaceman”, la nana espacial que escribió para su hijo, con la que mece hasta la luna, o una bellísima “Lover’s Lane” en la que laten las raíces de la música americana. Nos cuenta cómo conoció a la que es hoy su mujer y habla de su abuelo antes de brindarle una vibrante “The life, living, death and dying of a certain and peculiar L. J. Nichols”.

No le gusta como está sonando “I still remember”, la corta y empieza de nuevo, hipnotizándonos hasta mucho después de ese final, que se nos queda pegado como salitre en la piel, “How lovely it could be to hold you for eternity or at least until we fell asleep, fell asleep”.

Micah P. Hinson en sala Hangar

El espíritu de Buddy Holly y Jhonny Cash no deja de sobrevolar por la sala ni un solo instante, erizando hasta las paredes con la energía contenida de “Seven horses seen”, el country añejo “God is good”, que huele a leña y tierra mojada, o ese “2’s & 3’s” que ya suena a clásico absoluto.

No deja de mirar el reloj, corta un tema porque no le gusta la luz y otro más porque  cuenta que se ha caído y le duele el brazo (entró a la sala con un monopatín en la mano), pero todo se le perdona cuando suena una “Beneath the roses” en la que nos habríamos quedado a vivir toda la vida, con un rasgueo de guitarra en el que saltan chispas y perseidas a partes iguales.

Micah P Hinson en sala Hangar

Se despide tímidamente y se va en medio de una gran ovación, y aunque no quemó la guitarra a lo Jimi Hendrix, su acústica aún humea sobre el escenario.

Vivimos para contarlo, Micah P. Hinson volvió a sacar el conejo de la chistera. La esencia de la música americana siempre olerá a azahar en Córdoba.

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