Por Bruno Corrales
Si estábamos preocupados por algo, se nos olvidó por completo. Anoche teníamos cita con una de las bandas madre de todo esto y poco más podía importar. Iba a sonar “Psycho”, “The witch”. También “Have love will travel”, la “Lucille” de Little Richard o el “Louie Louie” de The Kingsmen. Había fiesta en Joy Eslava, celebraríamos por todo lo alto el rock and roll.
Se trataba principalmente de homenajear la trayectoria de una banda que no recogió los frutos de su éxito en el momento álgido. Pioneros sin conocimiento de causa del punk que llegaría tal y como lo conocemos casi dos décadas después, no es hasta bien entrado el siglo XXI cuando The Sonics comenzaron a ofrecer conciertos digamos profesionales. Desde entonces las bajas se han ido sucediendo inevitablemente, el paso del tiempo no perdona, y ya solo se mantiene al frente el saxofonista Rob Lind. La esencia, sin embargo, pervive, y con un fantástico Evan Foster (The Boss Martians) erigiéndose protagonista arrancaba un concierto vibrante con temas como “Cindirella” o “Shot down”.
Pero la noche había ya dado muchísimo de sí hasta ese momento gracias a dos bandas, los italianos The Devils y los locales Thee Clogs, que generaron niveles máximos de rock por metro cuadrado. Amplis destrozados echando humo y actitud desatada con un sonido acorde a sus pretensiones. Más allá de la corteza. La liaban especialmente los de Nápoles, Erica Toraldo a la batería y Gianni Vessella a la guitarra, haciendo del menos es más muchísimo más y ofreciendo un espectáculo que dejaba ardiendo el escenario a la espera de los protagonistas de la noche.
Y los de Tacoma evidentemente no iban a guardarse ninguna bala, así que pronto sonaba uno de sus temas más conocidos, sino el que más, “Have love will travel”, poniendo patas arriba una Joy Eslava ya repleta para entonces -¡de verdad! ambos palcos incluidos -.
Karaoke colectivo y emociones desbordadas desde ese punto hasta el final, en el que la banda revisitaría clásicos no solo propios justo antes de provocar la locura con “Psycho”. Y todavía quedaba un bis, que ya sí cerraría una noche muy difícil de repetir.
