Cada concierto de Michael Gira es una oportunidad para saborear la música de un nombre de culto cuya legión de seguidores y su relevancia no han dejado de crecer estos últimos años. En gran parte, claro está, por su papel al frente de los renacidos Swans, la banda de rock vanguardista, apocalíptico y visceral. También ha aportado bastantes granos de arena a su currículo el hecho de que comande desde 1990 el sello Young God, que ha acogido, entre otras, ediciones de Devendra Banhart, Akron/Family y Lisa Germano. Buen ojo.
Sin embargo, en su tour de marzo, Gira vendrá a defender su trayectoria en solitario, una pieza clave para entender el engranaje de su carrera, pues no en vano esa faceta suya de “lonely boy” / “solitary man” empezó a coger trascendencia real para él allá por 1997, al disolverse Swans (resucitados en 2010). A partir de entonces se marcó una senda más calma, un plan B de surcos menos brutales que también ha seguido arando hasta 2007 con The Angels Of Light (además montó The Body Project, solo que ahí experimentaba con paisajismos sonoros más que con el formato canción).
Un espíritu inquieto que cuando sale de gira sin compañía lo hace como si fuera un caballero sureño escapado de una novela de Flannery O’Connor, dejando de lado tormentas de ruido y ritmos crudos y tirando de guitarra acústica para sumergirse en su vasto catálogo (interpretará piezas de toda su discografía, Swans incluidos) y convertirse en el Johnny Cash de los melómanos demasiado jóvenes para haber visto en directo a Johnny Cash.
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