Niño de Elche Torgal

Texto: Isaac Pedrouzo

No se puede hablar de costumbrismo. Tampoco de la sencillez de las cosas. Seríamos unos ignorantes los allí presentes si tratásemos de encontrar una lógica aplastante capaz de explicar lo sucedido. Ellos se llamaban Paco y Raúl. Tenía que ser así, dos nombres comunes.

El Café & Pop Torgal ya estaba a oscuras tan solo iluminado por el rojo del letrero sobre el botellero. Paco y Raúl, voz y guitarra en el formato reducido de el Niño de Elche, cruzaban el pasillo humano que separa el camerino del escenario. Sentí el rugir del suelo en cada una de sus pisadas.

Y así, con la mirada atónita y los sentidos colapsados, El pregón de los Caramelos sonaba desnuda en la voz y arropada en la música solo por las palmas que ambos intercambiaban uno en el pecho del otro. El aplauso fue atronador. Los 10 años de Son Estrella Galicia ya habían merecido la pena.

Uno nunca sabe qué va a encontrarse en un concierto de el Niño de Elche. Él mismo lo dijo, para saltarse un setlist hay que tener un setlist. Para saltarse la regla tiene que existir la regla.

Lo hicieron todo. La adaptación insólita de un poema de Inma Luna, Nadie, rompió el confort en el que nos habíamos instalado por un momento. Y mientras Paco nos contaba la historia de Pepe Marchena -un tipo capaz de jugarse a su propia mujer- me di cuenta de que no había escuchado el abrir de la cerveza, aunque estaba ahí, tampoco el toser, ni siquiera el pataleo que suele acompañar arrítmico al artista. No había escuchado nada porque nadie, yo incluso, fue capaz de apartar la mirada ni el oído de esa manera insustituible de interpretar.

Porque a pesar de que Flor-Canto anunciaba en sus primeros versos Y mi canto se secará un día como se secan las flores, ese día no era este día. Sentí el privilegio de encontrarme allí cruzándome el pecho. Lo sentí en Deep song de Tim Buckley. Volví a notarlo con Fandangos y Canciones del Exilio. Lo sentí con los silencios y con los gritos. Con el Olé. Lo sintieron todos cuando de pronto eran Jefferson Airplane quienes se quedaban el bis. Terminó, porque hasta las cosas excepcionales tienen que terminar.

Paco y Raúl, el Niño de Elche en un formato duo ya poco alcanzable, recogieron sus cosas agradecidos y se fueron. Los demás nos quedamos un rato. A veces uno necesita tiempo para asimilar lo extraordinario.