Bruno Corrales

Sábado noche en la sala 0 del Palacio de Prensa. Algo así como nuestro refugio favorito, donde a eso de las ocho y media ya estaba todo preparado para una nueva sesión de música en directo. Y la expectación, por las nubes. Entradas agotadas en puerta para el estreno de una nueva gira de Charlie Cunningham. El británico decidía comenzar en Madrid un tour europeo en el que presentará su segundo larga duración, tras sorprender con aquel Lines en 2017. Permanent way (Infectious Music, 2019) veía la luz el pasado mes de junio, confirmándole a pesar de su juventud como un verdadero maestro a la hora de generar atmósferas fascinantes. No podemos obviar que la trayectoria de Cunningham viene marcada desde sus comienzos por su querencia por la guitarra flamenca, una mezcla insólita que le llevó a residir en Sevilla para mejorar esa fusión tan curiosa entre el folclore español y las letras introspectivas de un folk abiertamente anglosajón.

Le acompaña en esta gira un estupendo Hamish Hawk, procedente desde una ciudad tan rebosante de música y arte como es Edimburgo. El escocés supo ganarse al público consciente de su labor como telonero, con la única compañía de su guitarra sobre el escenario. De este modo mostró al público una pequeña muestra de su nuevo EP, Laziest river (Epifo Music, 2019), un paso adelante en tono preciosista publicado en primavera, y que esperamos disfrutar pronto con banda.

Llegaba la hora y el público se apretaba a lo largo de las primeras filas para no perderse ni un detalle. Impaciencia, nerviosismo incluso entre algunos de los seguidores, haciendo fuerza a base de pitos para sacar a los músicos del camerino. Entre tanto, sobre el escenario descansaba un elegante taburete destinado a Cunningham, quien actuaría sentado durante todo el concierto dada su peculiar forma de tocar la guitarra. Logrando por el camino un ambiente íntimo a pesar del lleno, arremolinados todos como alrededor del fuego. Las canciones no se harían esperar y el concierto arrancaba con la banda recuperando temas de los primeros EPs del británico, caso de ‘Breather’, buen anticipo en forma y fondo de lo que nos esperaba a continuación.

“Normalmente necesito dos canciones para estar bien”, reconocía el músico, que a partir de entonces ya sí que no ofreció tregua, recuperando otro de sus primeros temas (‘While you are young’) no escrito pensando en el Brexit pero aplicable, llegó a asegurar. Para nuestra sorpresa, se atrevería incluso con una soleá, saliendo mucho mejor que indemne. En adelante, los momentos de silencio sepulcral admirando su técnica se alternarían con ritmos ideales para dejarse llevar, caso de la hipnótica ‘Bite’, con la banda haciendo alarde de su polivalencia con teclados e incluso instrumentos de viento.

El concierto tocaba a su fin, no sin un pequeño e irremediable bis con Charlie Cunningham y banda volviendo al escenario para regalarnos ‘Blindfold’, poniendo así la guinda a una noche cautivadora que no es más que el punto de partida de su largo viaje por el continente, de escenario en escenario prácticamente a diario durante el mes de octubre.