Por: Beatriz H. Viloria

 

Que bien superados los 60 puedas ofrecer un concierto como el que dieron los británicos anoche en Madrid es una meta a marcarse en la vida. Huelga decir que Colin Newman ya no es un jovenzuelo, no se mueve mucho y se ayuda de una tablet durante los directos, pero, a las cuerdas, el líder de Wire sigue siendo un maestro.

La sala Cool Stage sirvió de cálido refugio en una noche gélida a los seguidores de estos pioneros del art punk que, 40 años después de publicar su primer disco, Pink Flag (1977), demostraron que aún les queda cuerda. Durante casi una hora y media, los presentes se abstrajeron por completo con lo que ocurría sobre las tablas, toda una lección de historia musical.

 

 

Con su sonido minimalista pero robusto, atajaron Colin y compañía cuatro décadas de carrera, pues el más reciente Silver/Lead (2017) no acaparó el setlist. Y no contentos con su ingente discografía, Wire arrancaron con dos títulos nuevos, Be Like Them y Mind Hive, lo cual ya nos alerta de la llegada de un nuevo álbum. Fue con la reconocible Three Girl Rhumba, de su debut, cuando un hasta entonces atento y respetuoso público se soltó un poco, cabeceando a conciencia y, lo más seguro, con su adolescente interior bailando como un loco. A pesar de rescatar Ahead y Over Theirs de The Ideal Copy (1987), de los momentos más hipnóticos de la velada, la banda no va a lo fácil y también le saca brillo a canciones registrados en directo o en EP, dándole caña a Underwater Experiences. 

 

                    

 

Es toda una experiencia ver cómo el cuarteto traduce al directo su particular manera de estructurar y armar su cancionero. Comprobar que a pesar de haber evolucionado a cada paso, su sello inconfundible de los setenta se mantiene en la noventera Small Black Reptile. Y ser testigos de que su espíritu renovador no decae y tienen la vista puesta en el futuro en Playing Harp for the Fishes, aparentemente tranquila, pero de guitarras machaconas, donde Graham Lewis (bajo) se luce al micro. Él, junto a Robert Grey (batería) y el joven Matt Simms (guitarra), quien ya lleva casi una década con el grupo, completan el perfecto engranaje de Wire, dando forma a Hung, tema inédito que llevó al personal de viaje psicodélico a través de sus diferentes estados. 

Habían empezado puntuales y pasadas las 10 de la noche se retiraron, pero fueron reclamados con aplausos y vítores, y regresaron a escena visiblemente agradecidos. Era noche de fútbol y habíamos preferido pasarla con ellos. Se habían guardado como balas finales Used To y Stealth of York, obsequiándonos con unos últimos e intensísimos minutos. El punk no está muerto, desde luego.