Texto: Bruno Corrales

Sucedió el viernes noche en plena Gran Vía madrileña. Entrando en una sala 0 en paz y armonía (calma que en este caso precedería a la tormenta), comprobamos que todo estaba perfectamente preparado para el concierto. También que la cosa iba a ser bastante seria, de nivel. Sintetizadores por doquier presidiendo en el centro del escenario y a sus extremos, cual escuderos de confianza, dos baterías y distintas opciones de percusión. Un monstruo de tres cabezas llegado desde el norte que responde al nombre de Zombie Zombie.

Aunque nada que ver con los insulsos caminantes de Juego de Tronos. Este ser de otra dimensión resulta tener un exquisito buen gusto y suficiente ritmo en las venas como para alegrarnos el fin de semana, no por nada es un ilustre de la electrónica francesa. Y en esa dualidad entre lo exquisito y lo festivo nos movimos durante toda la noche, apreciando composiciones como “Heavy medidation” y bailando con otras como “Hippocampe”. El dúo formado por Étienne Jaumet y Cósmic Neman se convertía recientemente en trío con la incorporación de Doc Shonberg, ampliando así las posibilidades y explorando nuevas sonoridades más allá de su característica electrónica psicodélica. Acercándose sin complejos a terrenos del hip hop e incluyendo sonidos de la jungla a su paleta multicolor.


Buena muestra de lo que pueden llegar hacer Zombie Zombie cabe en un corte como “Ils existent”. Enigmático y alienígena, absorbente en su atmósfera construída a partir de una consecución de loops. El público, absorto, prestaba toda su atención y a más de uno se le iban las piernas, dejándose llevar en comunión con la banda. Los franceses llegaban a Madrid para presentar “Livity”, publicado el pasado año por su sello de confianza, Versatile Records. Un disco con el que vuelven a hacernos ver que la mezcla de riesgo y curiosidad es apuesta ganadora, siendo la diversión otro pilar de su música.

Por supuesto, también hubo tiempo para repasar el resto de su trayectoria, destacando uno de sus temas más reconocibles, “Rocket #9”, emblema de su amor por la ciencia ficción. Cada vez más gente en la pista respondía a la llamada de la jungla, disfrutando de los matices que los franceses repartían con elegancia y actitud. Y aunque irremediablemente todo tuviese que terminar, unos cuantos afortunados salimos de allí con una sonrisa en la cara y energía para semanas.