Concierto de Jose Ignacio Lapido en la sala Joy Eslava

Por Bruno Corrales

Había que aprovechar bien el tiempo, así que el propio Lapido avisaba de la hora de comienzo a sus seguidores en redes sociales. Pocos minutos después, allí les teníamos de nuevo. El de Granada y la banda al completo se iban posicionando a lo largo del escenario con su característica elegancia. Sobriedad, sin pompa ni artificios, pero también con una sencillez brutal que conecta con un público famoso por su lealtad y que demostraba haberles echado de menos. Por suerte, esta vez no es la forma amable de decir que el aforo no fue demasiado numeroso, y es que una Joy Eslava repleta esperaba con los brazos abiertos el regreso de Lapido y de una trayectoria en solitario que arrancaba allá por 1999 y que se ha visto necesariamente interrumpida durante alrededor de 2 años debido a los preparativos por el regreso de 091.

Y de aquellos comienzos ya del siglo pasado vino la primera canción de la noche: “Pájaros” y su «deja sonar la música / solo una vez más». Así fue, sucediéndose durante el primer tramo algunas de las nuevas incorporaciones a un repertorio ya más que notable tras siete discos de estudio, tales como “¡Cuidado!” o “Como si fuera verdad”, entremezcladas por supuesto con varios de sus temas más reconocibles, “No digas que no te avisé” o “Noticias del infierno”, con una banda ya por entonces enchufadísima y plenamente conscientes de pertenecer a algo real e importante. Se nota y mucho desde abajo ese entusiasmo, cuando todo fluye con naturalidad. Hablamos además de una formación compuesta por compositores de calidad como Raúl Bernal (teclado), quien ahora está al frente de otro proyecto más que recomendable: Dolorosa; o Víctor Sánchez (guitarra), viejo conocido de la escena de Granada con ya dos discos en solitario. Completan la banda Popi Sánchez a la batería y la nueva incorporación, Jacinto Ríos (bajo), compañero de Lapido en 091 y por lo tanto pieza encajada desde el primer minuto.

Sin quererlo, se daba un momento algo simbólico durante la presentación de “La antesala del dolor”, que Lapido recordaba como un tema con bastante éxito en su momento. Sería la dinámica que a veces se crea en los conciertos, con un sector del público riendo nervioso a cada frase del músico en cuestión, entendemos que por puro nerviosismo y entusiasmo, pero la reacción daba para replantearse si esa fama de Lapido como músico con éxito de crítica pero no tanto de público es justa a estas alturas. Como ese artista maldito tan fiel a sus principios que se negó a sí mismo una fortuna. Porque algo como lo de ayer, tras una larga trayectoria y ocho álbumes de sobresaliente ya lo desearían muchos. Además, parte del publico que aborrataba Joy Eslava se había desplazado desde otras ciudades. Era sin duda una cita especial en todos los sentidos.

Luego está, como si fuera poco, el constante reconocimiento de entendidos y compañeros de profesión. Como Amaral, en primera fila disfrutando de nuevo de uno de los compositores clave del rock en español, que ofrecería un intermedio algo más reposado con momentos emotivos (“Algo me aleja de ti”) y un final de la primera parte hasta arriba de volumen con “El Dios de la luz eléctrica”. Gracias a ser previsores con el tiempo pudimos disfrutar de hasta 2 bises, en los que sonaron varios de esos temas que no podían faltar, caso de “En el ángulo muerto”, “El más allá” y, por supuesto, “Cuando el ángel decida volver”. Seria candidata a convertirse en una de las mejores canciones de los últimos años.

Los músicos abandonaban el escenario en plenitud y agradecidos, conscientes de no haber vivido una noche cualquiera, que sin duda será motor para impulsar el resto de la gira. Solo esperamos, como decía el propio Lapido, que no vuelva a pasar tanto tiempo como desde la última vez.