Uno escucha la batería de Guadalupe Plata, esa voz quebrada, esas cuerdas marcadamente rítmicas, y tiene la extraña y a la vez placentera sensación de verse a si mismo parte de una peli. Sí, sin duda el suyo es un sonido cinematográfico

La banda ubetense presentaba anoche nuevo disco en el Garufa Club, tras dos años de silencio en los estudios, una cadencia que hasta ahora viene siendo regular en la formación. Su nuevo trabajo, Guadalupe Plata 2017 es un álbum cargado de eclecticismo pero fiel al sonido de una banda que se ha ganado por derecho propio su título de “incombustible”.

Nuevo disco y nuevo sonido, quizás más pulido, quizás más trabajado, pero indiscutiblemente auténtico. Son ellos, con sus baterías hipnóticas, sus letras oníricas y su voz inconfundible.

Con el Garufa Club lleno, pese a que la noche amenazaba lluvia -bienvenida sea- el trío comenzó su recorrido imparable por ese camino sinuoso que transita entre el blues, el rock, el surf y la distorsión, y que tan bien conocen.

Los acordes de «Huele a Rata» hacen que las cabezas y los pies se vuelvan imparables. Estos chicos saben convertir un jueves de otoño en una fiesta y vienen dispuestos a demostrarlo haciendo sonar temazos de su nuevo trabajo, como «Miedo«, que consigue arrancar en su intro auténticos gritos apaches entre el público. «Demasiado» vuelve a conseguir que la sala aplauda con ganas, está claro que el directo de Guadalupe Plata funciona, y que su sonido mejora con los años. Parece que este nuevo trabajo funciona en directo con el mismo poder y fuerza que los anteriores.

«Milana» es la encargada de conseguir los coros imparables, y «Calle 24″ remata la jugada maestra.

Hora y media de directo imparable ante una sala entregada y llena que incluso conquistó parte del escenario marcándose unos bailes con la banda, que por cierto no dijo más que dos palabras -fuera claro está de las letras de sus temas-. A veces no hace falta hablar de más.

 

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