Autor: Bruno Corrales

El otoño, para algunos la época más feliz del año. Todos aquellos reacios a la playa y al
calor, que se regocijan tanto en la nostalgia como en el nuevo comienzo que dibuja cada
arranque de temporada. Para ellos, verdaderos gourmets de la canción, es este American
Autumn SON Estrella Galicia, que en su novena edición sigue acercando a nuestro país
una selección de lo mejor del folk americano, así como talentos emergentes y nuevas
promesas. Y con ese halo de esperanza llegaba anoche Molly Burch. La californiana,
residente ahora en Austin, venía a presentar un primer disco publicado a comienzos de
año por el prestigioso sello estadounidense Captured Tracks, que no dudaba en ficharla
expandiendo así la expectación del público y toda la atención de los medios de
comunicación especializados.

 

mollybruch
Madrid esperaba a Burch con los brazos abiertos, siendo finalmente el Café Berlín en su
formato más íntimo el recinto elegido para defender las canciones de “Please be mine”,
tratado sobre el amor, la soledad y los reencuentros construido mano a mano con el
guitarrista Dailey Toliver. Una delicia musical que da soporte a una intérprete impecable,
con formación jazz y con aroma a clásico, ahora también demostrando su valía como
compositora y, ante todo, su gran capacidad para evocar emociones.
Un concierto breve, el repertorio irremediablemente no puede ser muy extenso, pero una
experiencia realmente emocionante. Todo comenzaba precisamente con la canción que
da título y que prácticamente cierra el álbum, con Burch a la guitarra y la banda
permanentemente sobre el escenario dibujando atmósferas con aire minimalista y
querencia jazz. Mención especial a Ignacio Guerrero, batería, haciendo malabares para
mantener esa tensión baja que solicitan las canciones, en alianza con la bajista Kitty
Beebe y un Toliver con grandes momentos de lucimiento a la guitarra. Se sucedían
canciones como “Fool”, “”I love you still” o su single más reconocible hasta el momento,
“Downhearted”, dando paso a momentos todavía más íntimos en los que Burch soltaba la
guitarra para centrarse en emocionarnos, cerrando la velada con la sentida “Loneliest
Heart”. Una primera vez en Madrid a la que, seguro, le seguirán muchas más visitas.