Ryley Walker

Este muchacho de Chicago ya es algo más que una promesa en el folk mundial. Presenta su cuarto largo, “Golden Sings That Have Been Sung”.

Texto: David Saavedra

 

Empezaste básicamente como guitarrista, no empezaste a cantar y escribir letras hasta “Primrose Green”, en 2015. ¿Te faltaba confianza?

En parte sí, es por eso. En Norteamérica, desde hace unos diez años, cada tío que tocaba la guitarra se puso a cantar también. Es el caso de Steve Gunn, Kurt Vile… Todo el mundo empezó en John Fahey y gente así. Todos tíos, blancos, encontrando la música de raíces.

En tus letras hay una fuerte presencia de la religión. ¿A qué se debe?

No soy realmente una persona religiosa. En Chicago hay una cultura muy cristiana, pero no es como la vuestra. Aquella con la que crecimos en los 70 y 80 era en plan positivo, muy de cantar canciones, informal, sin Papa ni jerarquías. Sigue siendo una mierda, aunque me gusta la idea de Dios. Al final creo que tienes que dejar eso un poco aparte y ser buena persona.

¿Se puede decir que, en tus canciones, Dios seria como el referente moral al que se confrontan tus personajes?

Sí, exactamente. Dios es la gran metáfora, para todo, el bien y el mal, o esa idea de que si ves mucho porno o fumas y bebes demasiado te irás al infierno. Estás siempre tocándole las pelotas a Dios y suplicando su perdón.

Acabas de compartir una gira con Danny Thompson (Pentangle). ¿Qué tal resultó la experiencia?

Oh, tío, Danny Thompson, ahora es un gran amigo mío. Teníamos colegas en común. Me sorprendió mucho que me lo ofreciera, es un gran bajista, muy poderoso. Ha tocado en algunos de los mejores discos de la historia y hace música porque le encanta, no ha ganado tanto dinero como se puede uno imaginar. Aún le gusta conducir seis horas para ir a tocar, parar en gasolineras mierderas y toda esa vaina.

Te enganchaste a la música con Led Zeppelin y creo que hace poco también conociste a Robert Plant.

Oh, sí, coincidimos en un concierto tributo a Bert Jansch en Glasgow a principios de este año. Estuve por ahí con él durante tres días. Led Zeppelin es mi banda favorita de todos los tiempos. Estaba con él por los bares y todo el mundo le saludaba. Es un tipo muy auténtico, porque no te imaginas a Paul McCartney en un bar, te lo imaginas escoltado por diez policías, pero con Robert Plant fue muy surrealista, ¡mi primer ídolo invitándome a chupitos de whisky!

¿Cuáles son tus planes para lo que queda de año?

Tocar mogollón, y luego ando a vueltas con otros proyectos musicales, algunas cosas más cercanas al jazz de improvisación. Básicamente, mi propósito es pasarlo bien e intentar no volverme loco.

 

Canción recomendada: The Roundabout

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