Elegante, serena, sensual y etérea, pero a la vez terrenal y llena de fuerza. «Lo Nuestro» de Christina Rosenvinge logra conquistar al público de la Sala Capitol en Santiago de Compostela con un directo personalísimo y en perfecto crescendo.

La gran dama española del indie presentaba su nuevo trabajo ante el público compostelano acompañada de su banda, y lo hacía dispuesta a demostrar que la sensualidad y la dulzura no son términos contrapuestos, y tampoco incompatibles con la fuerza que desprende su directo.

La Sala Capitol vivió una noche acogedora y suave que arrancaba con “Alguien tendrá la culpa”, toda una declaración de intenciones de la artista, que subía al escenario dispuesta a desnudar su nuevo trabajo, plagado de influencias eclécticas y poco ortodoxas, desde Yoko Ono hasta Franco Battiato, pasando por Luis Cernuda. Todos ellos envueltos en el halo de una Christina Rosenvinge que llega a la madurez musical con auténtico ímpetu.

El mismo que imprimió a su directo. El concierto comenzó suavemente, con baladas intimistas como “Romeo y los demás”, “Liquen” o “Pobre Nicolás”, para ganar fuerza poco a poco, mientras el público terminaba de rendirse a la desnudez sentimental y artística de la protagonista.

Los temas tiernos fueron dando paso a sonidos más experimentales y con mayor peso de la distorsión. “Lo que te falta” convirtió las primeras filas en un baile hipnótico, y “Segundo Acto” logró que los coros del público dominasen el aire, pero fue sin duda “La muy puta” el tema que dio la vuelta al directo, con una Christina Rosenvinge en estado de gracia, en pie frente a su público y micrófono en mano, cabalgando cómoda y experta entre el rock, el indie y el espíritu rap en un tema absolutamente catártico.

Aunque “Lo Nuestro” fue el eje central del concierto, no faltaron temas ya clásicos dentro del repertorio de la artista. “Debut”, del álbum “La Joven Dolores”, convenció al público en su versión revisitada, y la tierna y romática “Canción del Eco” fue protagonista de un aclamado bis, pedido a gritos por los presentes cuando la banda abandonó el escenario por primera vez.

Y es que hasta en dos ocasiones volvió Christina Rosenvinge a subirse a las tablas de la Sala Capitol: la primera, con la banda, a quienes había presentado antes. La segunda, ya sola y liberada de la presión previa al directo, la artista aprovechó para bromear con los presentes y disculpar su parquedad de palabra “porque casi todo son canciones nuevas”.

Más de hora y media de directo que convirtieron “Lo Nuestro” en algo inolvidable.

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